Por Pablo Cingolani
Nunca se drogó, Kant
Sólo supo qué cosa era el infierno
Kant, sólo supo del dolor, del padecer
Kant, lo aprendió de su enfermedad
Su propio tango, su propio rock and roll
¡Pobre Kant! Su calle, su gente, su ciudad
Su sufrir encerrado entre cuatro esquinas
Y sin embargo, sin adiós, no parió sólo su dolor
Sino el dolor del mundo; no parió su propio padecer
Sino el padecer del mundo
Podría haberse quedado amarrado, atado, asfixiado
Entre las espinas de su tango, de su calle, de su pueblo
No lo hizo: nos legó la belleza de un mundo nuevo, no de este
De otro mundo.
Pablo Cingolani
Río Abajo, 15 de noviembre de 2013
Nota. Este soneto intrépido es también contra Hegel.
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