PABLO CINGOLANI -.
Miraba el cerro, pensando en nada. Me dejé invadir por el momento: el sol, la quietud, el vacío. De improviso, me sucedió algo que nunca antes había vivido: un colibrí vino a mí. Se posó en la rama de un tabaquillo, a un metro y medio de donde estaba. Mis ojos se enfocaron en la avecita. Su plumaje era verde y azul. Sus ojos, negros. Penetrantes. Misteriosos. Pensé: nos estamos mirando. Luego, dos veces el pájaro cambió de rama, acercándose aún más. Pensé: esto no puede estar sucediendo. Pero lo estaba y seguíamos mirándonos. Luego dije en voz muy baja: colibrí…Y apenas moví mi mano en su dirección, éste salió volando, perdiéndose de mi vista. Respiré hondo y seguí mirando al cerro. Pensé: qué extraña recompensa.
Pablo Cingolani
Río Abajo, 26 de abril de 2016
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