PABLO CINGOLANI -.
A Andrés Herrera
Simón Pérez Luján era mayor cuando lo conocí, era antiguo y fuerte como el cedro que me llevó a ver entre la neblina y un peñasco altivo, un cedro que era su amigo: mirá, me dijo, mirá este cedro. Vení. Tocalo. Sentí lo fuerte que es, sentí como palpita. Le hice caso
Cuando los dos, parados bajo la sombra tan feliz de ese árbol centenario, lo seguíamos contemplando como la maravilla que era, don Simón dijo bajito, como para que el cedro no lo escuche: cuando me da por sentirme solo, y a uno le dan esas cosas, muy a veces, pero le dan, yo vengo hasta aquí y le hablo, le hablo al cedro, le cuento mis cosas, y sabe qué: a veces…a veces, lloro –musitó con noble voz pero de pena
Simón, quise saber: ¿y qué cosas hacen que te sientas solo, qué cosas te suceden para que llores?
Uy, exclamó. Cosas. Cosas que siente uno adentro de uno, cosas que son de mí
Dale, contame, Simón, insistí
Mi tata, mi mama, a veces, los extraño sobre todo cuando llueve mucho y oigo al río retumbar tanto que te mete miedo, arrastrando tanta piedra, llevándose el mundo consigo, a veces, oyendo todo ese clamor, le empino un trago y se me pasa, pero otras veces, no
Y prosiguió don Lujan: al cedro, ¿sabe?, le encantan las historias del río, el no lo mira pero se lo debe imaginar con todo lo que le cuento…
¿Y cómo será el río que se imagina el cedro?
¿Y cómo va a hacer que se lo imagina? ¡Cómo un río! –celebró esas palabras con una inmensa carcajada que también celebré como eco
Don Simón, el hombre que hablaba con las plantas y con los árboles, cuando se sentía flaquear en su soledad de hombre, en su soledad de serranías, me acercó a esas verdades que nos parecen insondables pero que son obvias, o deberían serlo
Esto me sucedió, más o menos así, por las huellas de San Pedro de Colalao adentro, en el Tucumán cerril, en el Tucumán profundo, cuando era chango, hace más de treinta años. Simón, yo sé, se estará allí, como siempre se estuvo, ahora liquen, quizás cedro (otro cedro), siempre río, río fecundo.
Pablo Cingolani
Río Abajo, 11 de junio de 2016
Imagen: San Pedro de Colalao, Tucumán, Argentina.
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