MIGUEL SÁNCHEZ-OSTIZ
1.- El desprecio como una forma perezosa de ese odio que nadie admite
sentir y que en cambio se huele a diario en el aire emponzoñado de las
redes sociales y los medios de comunicación.
2.- La dudosa elegancia del desdén, tosco o ingenioso, poco importa, que
esconde la envidia, esa tristeza ante el bien ajeno que fijó
Aristóteles.
3.- Quien se queja de tus imprecaciones y despropósitos, espera que
aplaudas las suyas o le rías sus burlas ofensivas para terceros.
4.- Cuando oyes enarbolar el principio de autoridad como último
argumento inapelable, es más que posible que te estén amenazando.
5.- Cuídate de quien se muestra contrario a la violencia, incluso a la
verbal, pero disfruta con la difamación, las mentiras, la calumnia y las
injurias bajo disfraces literarios… siempre que el blanco sea otro,
claro.
6.- La difamación solo irrita si eres tú la víctima… o tus amigos o tus
deudos a quienes socorres con lanzas que son cañas chamuscadas de cohete
para cobrarte el barato del favor debido.
7.- “A nosotros nos preocupa…”. Nada, ni caso, farfolla, pura retórica.
8.- Falso testimonio, prevaricación, dolo manifiesto… nada, gollerías,
el aplauso, el voto y la fuerza los convierten en virtudes cívicas.
*** De Rumbo a no sé dónde
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