Cuando me escapé de la cárcel de Tres Cruces, vomité dos veces: una por el cabo y otra por el teniente y los maldije mil veces mientras corría, desatado, entre los tunales y no sabía bien si estaba yendo hacia el norte o hacia el sur. Acaso, tal vez, intuía que me dirigía hacia el oeste y que esa era, en cualquier caso, la dirección equivocada. Pero estaba tan feliz que no me importaba.
Pablo Cingolani
La Paz, marzo de 1991
Imagen: José Venturelli
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