Homero Carvalho Oliva
Antes de que los
seres humanos fuéramos tales, ya la poesía era. Precediendo al fuego, ya
incendiaba los cuerpos. Antes de la danza, se revelaba en el movimiento de las
aves. Previa a la palabra, hablaba en el viento trayendo las voces de la
Creación. Imaginando la música, la poesía habitaba en el silencio de las aguas
marinas. Anoticiando la escritura, se aparecía en las huellas que los pies de
nuestras amadas imprimían en el ámbar de las cosechas. La poesía era Diosa y el
infinito y los que lo habitamos su creación. La poesía es Élan vital, la
energía que mueve y transforma el todo.
La
poesía es una forma de conocimiento, de percibir la realidad, de transformarla,
de ilusionarla, de sentirla, de esperarla; escribirla me produce un inmenso
júbilo, me reconcilia con la vida y con el cosmos, por eso mismo creo que la poesía es la verdadera
conquista del ser humano, mejor aún si la poesía me escribe a mí mismo. La filosofía me ayuda a
realizar las preguntas correctas, pertinentes, y la poesía me ayuda a
responderlas. Escribir poesía es hacerle el amor
el lenguaje; cuando escribes poesía no sólo debes pensar en las palabras como
arte, debes sentirlas como arte. La poesía seduce a los fantasmas de las
palabras y los revela en una indiscreta epifanía literaria.
La
Poesía es una nube preñada de imágenes. Un niño la ve y se imagina un sombrero,
una joven ve un jarajorechi, un hombre ve lo que sus hijos quieren ver. Un muchacho ve los ojos
de la vecina y un caminante descifra los símbolos del tiempo. Cuando escribo
poesía sucede que si escribo Río, me
llueven peces.
Poesía es la
distancia que hay entre una gota de rocío y un caracolito. Es la tierra madre a
la que volvemos para sembrarnos y paladear sus íntimos sabores. Poesía es el
Árbol de los recuerdos, que en vez de hojas verdes posee páginas escritas con
las nostalgias, los deseos, los amores, las esperanzas y las decepciones de la
gente.
La poesía es una
carga de caballería sin ninguna posibilidad de sobrevivir. Es la primera
oración de La
Metamorfosis y el último verso de Serguei Esenin escrito con
su propia sangre prometiendo un encuentro en el futuro. Es el sereno temblor que alienta a Vito Apushana.
Es Homero cantando que los dioses traman desgracias para que los hombres tengamos
algo que contar. Mi maestro Fernando Pessoa, transmutado en Ricardo Reis,
afirma que: “debe haber, en el más pequeño poema de un poeta, algo por lo que
se note que ha existido Homero”; por eso cuando escribimos un poema revivimos
al aeda griego.
Poesía es
despertarse y saberse otro y seguir viviendo como si fuéramos el mismo, es un
lugar imaginario, con imágenes verdaderas.
Poesía son esas
palabras que nos recuerdan algo pero que nunca sabremos qué es. La poesía
sucede cuando Dios y el Diablo se descuidan y nos dejan ser plenamente humanos.
Por eso creo que el poeta Yves Bonnefoy tiene razón cuando afirma que “La
literatura es una posibilidad de la lengua, la poesía es una manera de
despertar la palabra”.
El
poema, que es un fragmento de la poesía, se desliza por la página, como el sol
por el horizonte, y lo ilumina todo.
Cada vez que se escribe un poema, nos liberamos del tiempo y el universo se
expande. Cuando leemos un poema no nos debemos preguntar qué quiso decir el
poeta, sino que queremos decir nosotros, los lectores, a través de ese poema.
El buen poema se explica en tu interior. Después de leer un buen poema, el
silencio cobra sentido.
Poesía
es mamatomba serembe cuserembó camba kolla kunumi imilla diko:kon yasoropai
Tumpa pe.
0 Comentarios