Claudio Rodríguez Morales
Desconozco mayores antecedentes de la fotografía. Decora una pared de la remozada estación de trenes de Valparaíso. Creo que pertenece a los años 30 por el tipo de automóvil que se divisa detrás de una reja ubicada al fondo. Me quedo con el protagonista de la imagen, aquel de terno oscuro y corbata. Tiene frente a sí al puerto que siempre ofrece algún tipo de espectáculo para los visitantes, desde un nuevo barco, grúas moviendo containers, gentes desplazándose en distintas direcciones, lancheros que ofrecen paseos por la bahía. Sin embargo, pese a verlo sentado en ese espacio, él está en otro lado, absorto física y mentalmente. Lo infiero por su rostro inclinado, hombros hundidos, las manos cruzadas y los pies elevados sobre el piso, como balanceándose. Tiene un aire tristón y algo agobiado, como los narradores de los relatos de Carlos León. Cada vez que lo vuelvo a ver, tiendo a solidarizar con su historia (la que sea), a hacer mío su padecimiento, a buscar la luminosidad en esos oscuros años de un puerto privado, violento, indiferente y frío.
Desconozco mayores antecedentes de la fotografía. Decora una pared de la remozada estación de trenes de Valparaíso. Creo que pertenece a los años 30 por el tipo de automóvil que se divisa detrás de una reja ubicada al fondo. Me quedo con el protagonista de la imagen, aquel de terno oscuro y corbata. Tiene frente a sí al puerto que siempre ofrece algún tipo de espectáculo para los visitantes, desde un nuevo barco, grúas moviendo containers, gentes desplazándose en distintas direcciones, lancheros que ofrecen paseos por la bahía. Sin embargo, pese a verlo sentado en ese espacio, él está en otro lado, absorto física y mentalmente. Lo infiero por su rostro inclinado, hombros hundidos, las manos cruzadas y los pies elevados sobre el piso, como balanceándose. Tiene un aire tristón y algo agobiado, como los narradores de los relatos de Carlos León. Cada vez que lo vuelvo a ver, tiendo a solidarizar con su historia (la que sea), a hacer mío su padecimiento, a buscar la luminosidad en esos oscuros años de un puerto privado, violento, indiferente y frío.
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