Pablo Cingolani
La felicidad es táctica, es el destino agasajado en una copa de vino compartida, es la alegría repentina y fértil que contagia alegría, es la inminencia palpitante de alboradas
Es la sensación de que vas camino hacia allí, disfrutando de atajos y de escollos porque de eso también se trata la felicidad, de la esperanza, de la huella que la labra, la alimenta, la echa a andar
La felicidad es táctica: es el hallazgo feliz de sentido que sólo procura la relectura, es volver a lugares amados, es saberlos propios, sentirlos amparo del alma, refugio del deseo, santuarios de la fe, memoria de antiguas marcas, todas feraces, todas felices, todas tuyas
Es estremecerse con sólo evocarlo y que la evocación fertilice el presente, ilumine el camino hacia esas nuevas felicidades inesperadas que te esperan a cada momento, que saben de ti y te esperan, que están allí ―hasta las heridas pueden ser felices si sabes convocarlas, si te vivifican y no te oxidan, si te enseñan a sentirte más feliz cada vez más
La felicidad es táctica. No es estratégica. Eso de la “búsqueda de la felicidad” es un oxímoron de un liberal desvariado: por eso todos los yanquis están chalados, porque se la pasan buscando –la plata, el poder o la gloria para ser felices- mientras se les pasa la vida en el intento
Por eso Carpe Diem, por eso Whitman, por eso Thoreau, por eso los hippies, diciendo no, no gracias, quédate con tu búsqueda y quédate tío S. con esa felicidad de goma: porque la felicidad es táctica, se siente o no se siente, se vive o no se vive, late, brilla, siembra tu corazón aquí y ahora o nunca jamás la vas a encontrar o cuando la encuentres estarás tan maltrecho que ya no te importará –y serás cruel- o estará tan maltrecha que ya no será felicidad, será una bañera llena de mierda, de plástico, de nylon, da igual
La felicidad es táctica. Y en el “tacticaje”, como decía Perón, hay un mundo, dos, tres, el tuyo, el mío, el de todos nosotros, están todos los mundos posibles, todos caben y todos los sentimientos y todas las vivencias y los poemas, las músicas, los sabores, los olores de la vida, y además están todos los vinos que deberás tomarte con los amigos para que no te pase lo de aquel poeta chino.[1]
Pablo Cingolani
Antaqawa, 14 de enero de 2019
[1] “Dentro de diez mil años/ ¿quién pensará en mi vergüenza o en mi gloria?/ El único pesar que traigo de la vida/ es no haber bebido suficiente vino”. Tao Yuan-Ming: Epitafio. Por la copia, gracias a “Paco” Castillo. Dice la Wikipedia del susodicho: “陶淵明 Tao Yuanming (365 o 372 - 427) o Tao Qian (陶潛) fue un escritor chino de inspiración taoísta. Celebró la vida campesina y el vino”. Una luz, hermano.
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