(Para mi amigo
Jorge Suárez, quien se hubiera divertido con este microcuento)
El joven periodista
extrajo de su mochila una libreta de notas, un bolígrafo y una pequeña
grabadora, alistó sus herramientas y se dispuso a dispararle a quemarropa al
viejo escritor que, frente a él, tomaba una taza de café a pequeños sorbos,
saboreándolo; quería empezar con algo diferente a las preguntas clásicas de
porqué escribía o qué lo inspiraba; así que aviesamente había preparado el ataque
esperando respuestas violentas al estilo de Ernest Hemingway o irónicas como las
de Jorge Luis Borges, quién sabe poéticamente inocentes como las de Pablo
Neruda, incluso había anotado una cita de Vicente Huidobro al respecto de la
primera pregunta del interrogatorio que iba a iniciar, frase que su memoria
reprodujo tal cual: “En lo que a mí se refiere, le aseguro que me sonrío de la
cólera sorda que me rodea, de las intrigas y las porquerías de todos los
ratones literarios”, había respondido el gran poeta chileno acerca del tema que
estaba a punto de abordar, le pareció una declaración genial y pensaba
incluirla como epígrafe en la entrevista. Encendió la reportera y lo emboscó: “¿Le
afecta la crítica que le hacen a usted y a su obra?” El calor y la humedad eran
insoportables, tanto que de las baldosas del local, donde se habían reunido, se
filtraba un vapor irredento que hacía que la frente del joven se poblara de
gotas de sudor. El escritor dejó el café, bebió un trago de agua fría, luego
tomó uno de sus libros, se lo alcanzó al periodista y, sin inmutarse, le
respondió: “La crítica es un oficio noble cuando lo ejercen personas con
criterios formados, no esos advenedizos sin ninguna solvencia moral y literaria
que buscan notoriedad a costa de la obra de otros. Nunca he respondido a esas críticas,
lo que hago con esos supuestos críticos es volverlos personajes de mis cuentos
y novelas, son tan ruines y miserables que nunca me hacen quedar mal en una
buena historia. Lea esa novela y reconocerá a algunos”.
Santa
Cruz de la Sierra, verano del 2016.
Homero Carvalho Oliva,
Bolivia, 1957, escritor y poeta, ha obtenido varios premios de cuento a nivel
nacional e internacional como el Premio latinoamericano de cuento en México,
1981 y el Latin American Writer’s de New York, 1998; dos veces el Premio
Nacional de Novela con Memoria de los
espejos (1995) y La maquinaria de los
secretos (2008). Su obra literaria ha sido publicada en otros países, traducida
a otros idiomas y figura en más de treinta antologías nacionales e
internacionales como Antología del cuento boliviano
contemporáneo e internacionales como El nuevo cuento latinoamericano, de Julio Ortega, México; Profundidad de la memoria de Monte
Ávila, Venezuela; Antología del
microrelato, España y Se habla
español, México. En poesía está incluido en Nueva Poesía Hispanoamericana, España; Memoria del XX Festival Internacional de
Poesía de Medellín y Festival de Poesía de Lima. Entre sus
poemarios se destacan Los Reinos Dorados,
El cazador de sueños y Quipus. El
año 2012 obtuvo el Premio Nacional de Poesía con Inventario Nocturno y es autor de la Antología de poesía del siglo XX en Bolivia, publicada por la
prestigiosa editorial Visor de España. Premio Feria Internacional del Libro
2016 de Santa Cruz, Bolivia. En el 2017, Editorial El ángel, de Ecuador,
publicó su poemario ¿De qué día es esta
noche?, Antología de poesía boliviana contemporánea, publicada por Amargord
editores, de España y Antología de la
poesía amazónica de Bolivia, publicada por Ediciones Sur, de Cuba;
editorial Cintra y ARC, de Brasil reeditaron dos libros suyos.
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