A vos, incesante peregrino de todos los ocasos porque sabes que en el último adiós se preanuncia la alborada
A vos, devoto admirable y admirador de la derrota porque entre vos y la nada, siempre es preferible resistir
A vos, amante de las estrellas: cuanto más lejana, más amor depositas en ella, porque no te duele, porque no te acosa, porque no te aqueja
A vos, extraño compañero de todos los eriales, a vos te escribo
A vos, que le juraste lealtad a los cactus porque siempre están firmes y dispuestos al combate, como los desconocidos soldados de esa larga, eterna –como sólo Mao es eterno- y profunda marcha que todos nos debemos
A vos, que siempre serás vos y deberás ser siempre vos porque si no sos vos, dime, ¿qué cosa serías?
¿La lacerante llaga que nos vende la publicidad del capitalismo?
¿La carne de cañón, la mugre y el asco de esa hostilidad extrema del sistema?
¿Los llantos de tu santa madre porque a vos, sólo a vos, te mató la policía?
Dime… pero dímelo vos
Las dunas nos devuelven el dolor de cada vez que nos arrepentimos. ¿Acaso no te das cuenta que es mejor el silencio a ceder o el castigo es mejor a ese sentimiento de sentirte vencido? A vos…coraje, hermano…
A vos que te duele, a vos que te acucia, a vos que te late…
No hay peor batalla que la que no se libra
No hay peor injusticia que la que nace del alma
No hay corazón que reviente cuando nunca supo lo que puede resistir.
Pablo Cingolani
Antaqawa, 28 de mayo de 2019
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