Canto a una punta de flecha[1]

Te miro, observo tu punta, tus filos
Siento en mi mano
Tu fría dureza, tu inmutable poderío
La sangre fatal que derramaste…
¿Cuántos guanacos sucumbieron
A la certeza de tu impacto?
Te miro y siento la mano de aquel
Que te labró desde la piedra madre
Desde algún sílice ofrendado
Por algún volcán sin doma
Un hombre afanándose
Al amparo de un alero
Yendo y viniendo
Por las arenas chúcaras
Te miro y miro sus ojos
Brillando en la noche
Feliz de saber
Que ya comerá
Y en la mañana invicta
Y que resplandece
Voy con él de cacería
Y vuelo con vos
Volamos libres
Cortando al viento lipeño
Porque yo también tengo hambre.

Pablo Cingolani
Antaqawa, 7 de junio de 2019


[1] Fue hallada en las cercanías de la Laguna Colorada, región de Los Lípez, Sudoeste de Bolivia.

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