Volvería a vivirte



A Ricardo Labanca, el “68”,
Presente siempre


Aunque el óxido carcoma mis labios, ahueque mis hombros y agriete mi piel, volvería a vivirte como te viví

Así y todo, compañero del alma, así y todo y a pesar de todo lo que soñamos, lo que luchamos y lo que no pudimos hacer la revolución que queríamos tanto, volvería a vivirte como te viví

Volvería a vivirte en la memoria de cada uno de nuestros mártires, sobre todo de los nuestros, de los más propios: Dalmiro Flores, los patriotas de Malvinas, el turco Haidar, el Carlón –y sus poemas-, el viejo Cambiasso

Volvería a vivirte en cada desgarro y en cada abrazo que nos dimos en esa Plaza de Mayo todos esos jueves que nos abrazábamos juntos con la Juana, juntos con la Sara, juntos con Beatriz: juntos con las Madres de nuestros hermanos detenidos-desaparecidos

Volvería a vivirte en cada uno y todos los momentos que vivimos juntos pateando el barrio, militando en la orga, sintiendo que teníamos un deber, una misión y una patria que construir

Volvería a vivirte, así como fuiste, así como fuiste en tu dolor, en tu candor, en tu desfachatez, en tu mística: por algo te quisimos, gordo, porque eras vos y, a la vez, eras una parte –la más sensible- de todos nosotros

Volvería a vivirte, hermano, volvería a vivirte, amigo, volvería siempre a vivirte, compañero

Ahora que te recuerdo, recuerdo una vez el mar, una playa desolada y un muelle que se internaba valiente en el océano Atlántico. Allí juramos, con Paco más, que nunca moriríamos y, sin embargo, vos te nos fuiste, te fuiste con Pappo a esos nuevos cielos desde donde, yo sé, que nos estás esperando

Hasta que eso suceda, alma mater del Oeste, blusero y montonero hasta que la última piedra lo desmienta, te volvería a vivir, hermano, porque vos no sabés, desde allá arriba, cómo se puede extrañar, porque vos no sabés, Ricardo, cómo te extraño.

Pablo Cingolani
Antaqawa, 21 de junio de 2019, solsticio de invierno

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