Carlos Pizarro y el M-19: el Heavy Metal Latinoamericano: un libro que resucita después de 31 años

El libro de Beccassino sobre Pizarro salió publicado en 1989, un año antes de que lo asesinaran // Ángel Beccassino.

En medio de la vorágine que padecemos, de puro azar, leo un artículo publicado en el periódico El espectador de Colombia. Son algo más de 3000 palabras, casi nada frente a la chorrera de imbecilidades que se escriben a diario, toneladas y toneladas de basura que solo agregan desmoralización y mala leche a un cuadro de situación inédito.
El texto anuncia la reimpresión de un libro cuya primera edición data de 1989, un año clave: se caía el muro de Berlín. El libro tiene un título más que sugerente: Carlos Pizarro y el M-19: el Heavy Metal Latinoamericano. Son conversaciones con el (ex) comandante guerrillero. Poco tiempo después de su publicación, Pizarro era asesinado.
La nota de El espectador incluye extractos del libro. Y, en sólo 3000 palabras, Pizarro habla tan profundo, se descarna, brilla y dice tantas cosas que inspiran, que alientan, que promueven ilusión, esperanza y sentido que le propuse al autor del suelto y del libro, hacerle una entrevista.
El entrevistado es Ángel Beccassino. Un argentino que vive hace décadas en Colombia. Un tipo felizmente poco clasificable, salvo por el hecho de que es un creador permanente, de tiempo completo. (Casi) Todo lo que hace, lo hace con sensibilidad. Es un renacentista, un sobreviviente, navegando en medio de este siglo XXI de la banalización consumista y que ahora incluyó en el menú hasta una intragable peste.

Pablo Cingolani (PC): Hola, Ángel. Gracias por aceptar esta entrevista. A raíz de la futura reedición de tu libro de charlas con Carlos Pizarro, lo primero que quiero que nos cuentes es cómo lo conociste a él, a la gente del M, y qué relación tuviste con ellos. Dentro de esa historia, ¿cuáles fueron las circunstancias que precipitaron la escritura del libro? ¿Cuáles fueron tus propias motivaciones para hacerlo?

Angel Beccassino (AB): La escritura del libro parte de un pendiente: mientras cubría en Beirut, como periodista, la guerra del Líbano, una revista sobre tácticas y estrategias militares que se publicaba allá me propuso hacer una nota analizando al M-19. Pero luego ocurren coincidencias notables con ellos, cuando con un amigo, Mario Quintero, lanzamos en Bogotá un movimiento político alternativo, el Movimiento Sísmico, con un programa de Higiene Mental Colectiva, en 1986, y Carlos Pizarro y otros miembros del M quisieron saber más sobre nosotros. Al conocernos personalmente se volvió claro que había mucho en común en la forma en que veíamos el mundo, y empezó a crecer tanto la amistad como el interés por ampliar el conocimiento que teníamos cada uno del otro. Y, finalmente, ambos quisimos dejar testimonio de lo que movía al M-19 a ser lo que era, y a proponer lo que proponía.

PC: Pizarro, en ese entonces, era una de las personas más amenazadas de muerte de Colombia, ¿Puedes contar detalles de la cocina del libro?

AB: Todos estamos amenazados de muerte por la vida, es la primera conciencia. La otra tiene que ver con las particularidades del lugar que se habita, en este caso Colombia, donde siempre ha sido frágil la idea de contar con alguna seguridad sobre el estar vivo. En el caso de Carlos la fragilidad era más presente, por su condición de comandante subversivo. Pero andar juntos significaba compartir la conciencia de lo efímero que podía ser todo, el instante, la sensación de tierra firme. En particular las veces que nos movimos por terrenos con presencia militar del Estado muy caliente, o en las noches en algún filo de la montaña, donde lo inteligente era estar despierto y no durmiendo.

PC: El título es potente, ¿por qué lo elegiste?

El Heavy Metal Latinoamericano, como definición del significado del M-19 fue una lectura metafórica que hice, asumiendo que el rock, como expresión de rebeldía ante infinitas cuestiones de la sociedad humana en el planeta, admitía hacerse tanto con guitarras y baterías, como con fusiles.

PC: ¿Cuántos ejemplares se editaron? ¿Cómo se distribuyó? ¿Qué impacto tuvo la aparición de la obra?

AB: La primera, y hasta ahora única edición del libro, la editó el M-19 a través de un fondo que se creó para ediciones durante la etapa de negociaciones de paz con el gobierno colombiano. En realidad, fue el único libro que editó ese fondo editorial Santodomingo, por el sitio donde estuvo el último campamento de esta guerrilla. Se editaron 2.500 ejemplares, y se distribuyó por todas las redes de comunicación que tuvo la guerrilla con el país, con los periodistas, las universidades, los sindicatos, hasta que se agotó, porque se volvió el documento final del M-19, antes de fundir las armas y volverse un movimiento político legal, la Alianza Democrática M-19, que fue fundamental en la redacción de la Constitución Política de Colombia de 1991, la que reemplazó a la Constitución de 1886.

PC: Poco tiempo después de que el libro se lanzó, sucedió algo terrible: Carlos Pizarro fue asesinado por un sicario. ¿Qué sentiste vos en ese momento? ¿Qué sentís vos ahora?

AB: A Carlos lo asesinaron en un vuelo de Avianca entre Bogotá y Barranquilla, donde iba a un acto dentro de su campaña por la presidencia de Colombia. Yo me enteré volando en un helicóptero del aeropuerto de Rio Negro al centro de Medellín, la mujer que piloteaba se volteó y a los gritos nos contó lo que había ocurrido. Y a mi me vino un pensamiento, que fue que lo mataron como a un ángel, en el cielo. Luego fue la tristeza de la velación en el Congreso, la sensación de vacío en los abrazos durante el sepelio, todo eso. Y con el tiempo la conciencia del tiempo perdido por este país, que se empeña en no dar los saltos al futuro que necesita.

PC: En la nota del periódico, hay dos epígrafes muy significativos, uno de Adorno (“Hay algo que todas las personas, lo admitan o no, saben en lo más profundo de sus corazones: que las cosas podrían haber sido diferentes, que eso hubiera sido posible”) y otro de Arturo Jauretche (“Nos quieren tristes porque los pueblos deprimidos no vencen. Por eso venimos a combatir por el país alegremente. Nada grande se puede hacer con la tristeza.”) ¿Nos podés contar porque los incluiste?

AB: Incluí a Adorno, porque expresa un sentimiento permanente que tenemos quienes hemos vivido momentos donde todo pudo convertirse en algo muy diferente de lo que seguimos viviendo. Y lo de Jauretche, porque lo comparto totalmente: nada grande se puede hacer con la tristeza. Y los que habitamos este territorio del planeta contamos con la gracia de tener esa certeza, y la desgracia de muy pocas veces vivirla.

PC: Es un hecho infrecuente que un libro de las características del tuyo, se vuelva a editar… ¡31 años después!, ¿los colombianos tienen memoria de Pizarro, del M, de sus propósitos? ¿Cuál crees que es la vigencia de lo dicho y publicado allí?

AB: En un país como Colombia, donde la vertiginosidad de la violencia está permanentemente presente, ocurren demasiadas cosas que van dejando en el olvido a las que ocurrieron antes. Es como una selva, donde un árbol cae, se funde con la tierra al poco tiempo, nace otro, crece, cae, y nadie lleva la cuenta. Pero en muchos queda la nostalgia de esa alegría que expresaba el M, y en muchísimos jóvenes están las ganas de querer saber más de aquello. Por eso el interés de volver a editarlo. Además, lo que se habla en el libro sigue siendo vigente, porque el país y el mundo, en medio de tantos cambios que hemos conocido en estas décadas, siguen sumidos en aquello en que estaban cuando hablamos todo eso.

PC. Leyendo los extractos incluidos en la nota que se publicó en El espectador, Pizarro lanza dardos muy certeros en el libro. Sólo un ejemplo. Decía el 89: “(…) los partidos tradicionales están en crisis, la guerrilla está en crisis. El socialismo está en crisis en todo el mundo, el capitalismo trae dos siglos de crisis ya. Si todos estamos en crisis necesitamos encontrar las respuestas que nos saquen de la crisis. Yo les decía a los estudiantes de la [Universidad] Nacional que vinieron en estos días con toda la vieja carreta del 60, que lo que toca es ser herético, que cuál era el temor a la herejía. La herejía es decir que el Che Guevara no es ya el modelo para la juventud colombiana, y que tal vez el modelo de la juventud colombiana es hoy Pablo Escobar. Que eso tal vez no sea positivo para el país, pero es la verdad”. Profético, Pizarro. Ahora que estamos sin vueltas en crisis, una crisis global, total, demoledora, aunque no lo sepas, aunque sea aproximándonos, vos decime Ángel, ¿Cuál es la verdad?

AB: En 1976 o 1977, con Rita Robert hicimos una canción que la grabó ella y se volvió una especie de pequeño himno joven en Colombia, “Con mis jeans”. En la letra de esa canción escribí: “La verdad es ser uno mismo, sin mentiras ni conformismos, y así día a día crecer, día a día vivir”. Sigo sintiendo eso. La verdad es la maravillosa fragilidad de la vida, que pasa por cada uno de nosotros, por la capacidad que tengamos de arriesgarnos a ser lo que somos, y no pretender ser nada más ni nada menos que eso.

PC: En el libro, Pizarro también dice cosas muy bellas. Sólo otro ejemplo. Pizarro, dice: “Yo necesito sacar mis sueños hacia afuera: si no los saco me muero”. ¿Hoy podríamos tener los mismos sueños que tenía Carlos? ¿vos qué decís?

AB: Los sueños de Carlos son hoy y serán siempre. Los Sueños de cada uno y cada una que no olvida el niño, la niña que sigue siendo, y entonces es consciente de la posibilidad latente, a nuestro alcance siempre, de vivir la fiesta que es la vida. En la letra de otra canción que grabó Rita en aquellos años, escribí que “el paraíso estaba en casa, y que el infierno es no gozar”. Eso. Así de simple. Carlos, Bateman, el M lo sabía, y por eso estaba en eso, y buscando vivirlo les tocó pasar por el dolor de la guerra.

PC: Si Carlos estuviese vivo, ¿volverías a hacerle las mismas preguntas? O, ¿qué pregunta/s no le hiciste que te hubiera gustado hacerle?

AB: Algunas de aquellas preguntas siguen presentes, pero esto, y uno también, y él si lo hubieran dejado seguir creciendo, en fin, todo se ha ampliado tanto en tantos sentidos que habría infinitas preguntas nuevas.

PC: Para concluir este encuentro, te voy a hacer la misma pregunta que vos le hiciste a Pizarro: Si se te diera la posibilidad de cortar con esta vida que hacés, con todo esto, y vivir otra cosa fuerte que también sientas, ¿estarías dispuesto a hacerlo?

AB: Siempre.

PC: Muchas, pero muchas gracias.

Pablo Cingolani, 15 de mayo de 2020

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