Celebración del camino




En el horizonte,
las montañas parecían estar quemándose o deshaciéndose,
pero él siguió avanzando hacia ellas.

Roberto Bolaño: 2666

 

 

Porque nunca habrá huellas más hondas que aquellas que ya cavaste con el alma

Será que uno, viene y va, va y viene, va y se pierde, siempre por la misma fragua, las mismas heridas, las mismas montañas

Y aunque uno insiste en buscarlas a la distancia, siente, sabe, que laten adentro y laten fuertes

Pero igual la emprende, igual se lanza, igual se obstina

 

¿Serán los sentimientos los que te acercan a esa música de los cerros los que te incitan? ¿Será ese saber imperioso que labran las piedras el que te guía? ¿Será esa luz cayendo pero que es, a la vez, luz infinita?

Tal vez nunca lo sepa, a lo mejor no quiera saberlo jamás

 

Hay un misterio que acecha en el horizonte, y caminas y caminas y cuando te aproximas y la hora es nona y el viento aúlla, ese misterio es un espejo donde te miras. Y si miras bien, no sólo te reflejas tú, sino todo tu mundo y el extraño mundo que te rodea

 

Poderosos jinetes acuden hasta ti y flanquean tus pasos, te alientan, te inspiran

Peregrinos, peregrinos de otros tiempos y otras moradas, te sonríen, te tienden sus manos abiertas

Guerreros que marchan astillando arena inmemorial beben los últimos rayos del sol y te convidan

Poetas que encumbraron al fragor de la belleza y a la soledad de la gloria, cantan a viva voz, cantan con vos

 

Compañeros de los mismos campamentos, las mismas hogueras, las mismas madrugadas, donde atizar el valor de la amistad y de la redención era un deber, un faro que destellaba fuerte, un imperativo para luego acudir a las urgentes citas del vivir donde a lo sagrado lo ves, lo tocas, lo acaricias bajo tus pies cuando comulgas con el más deseado de los vinos: el vino febril del coraje, el vino apasionado del combate y el vino que vendrá a la noche, en la fiesta, con la misión cumplida

 

¿Será que uno va y viene, viene y va, va y se pierde detrás de eso? ¿Detrás de un ideal o de una ilusión que a veces huelen a lo mismo?

¿Será que en ese saber sentencioso de las piedras está escrita esa verdad que ansias más que todos los aludes y las tormentas juntas?

¿Será la sed de sur?

 

Ya tiembla, ya florece, la helada planicie abrazando a los guerreros, amparando a los peregrinos, encendiendo baladas a coro y guitarras con los poetas

 

Ya escuchas como estallan las rocas de tanta virtud atesorada y vas a beber de ese cáliz, vas a beber de ese rayo y vas a verte de cerca a ese espejo tan distante, tan íntimo

 

Ya ves el desenlace del destino, el final del camino y de las sombras, la tumba de todos los relámpagos. Pero igual la emprendes, igual te obstinas, nunca dejarías de hacerlo

 

El ocre es himno fervoroso en tu piel cuando lo admiras brillando hasta dejarte sin aire

El silencio de la puna es un toro que embiste contra todos los pesares

Y si lo sabes ver, la maldad del mundo se vuelve lejana, y esa distancia, forja y continente de alegrías

 

La sensación de estar y de no estar

El antiguo tapiz que vuela y que te oxigena de los otros que ya no creen ni en milagros ni en maravillas

La sal que cura así no haya cuajado como tus cicatrices tus labios quemados tus ojos que acunan prodigios, pero también lloran

 

¿Será la sangre lo que te subleva? ¿Serán las estrellas las que te brinden paz? ¿Será esa luz que es dolor y que es dicha? ¿Será esa luz que cae pero que a la vez es luz infinita?

Tal vez nunca lo sepa, a lo mejor no quiera saberlo jamás.

 

Pablo Cingolani
Desde algún lugar, 30 de mayo de 2020

Fotografía: Lorena Ledesma Aguirre (Roble Huacho)

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