“Por cierto, en cuanto a mí, saldré satisfecho/De un mundo donde la acción no es la hermana del ensueño”. Charles Baudelaire
La monja nunca supo que Sergio Endrigo era un libertario, amigo de Vinícius de Moraes, de Roberto Carlos, de Rafael Alberti y de Gianni Rodari…el título de la canción, no su significado, le bastaba, la conducía a la Biblia, y eso era todo.
Estando en el hospital mi papá me trajo una guitarra chiquita, un juguete que me permitió hacerle creer a todos que mi futuro era la música; no tardaron en darse cuenta que el fracaso sería fatal si me hubiera dedicado a Euterpe; a la radio de la clínica daban música italiana en continuación, eran las canciones que recién habían participado en el Festival de Sanremo, aquel año ganaron la pareja Adriano Celentano-Claudia Mori, con la canción “Chi non lavora non fa l’amore”(Quien no trabaja no hace al amor), pero al tercer lugar una canción, considerada la primera canción ecológica de la música italiana, L’arca di Noé, de Sergio Endrigo, fue la que inauguró en Italia un camino nunca antes tomado…esa yo cantaba estando en el hospital, acompañándola sin ninguna armonía con la guitarra que me trajo mi papá.
«Un volo di gabbiani telecomandati/e una spiaggia di conchiglie morte/nella notte una stella d'acciaio/confonde il marinaio/Strisce bianche nel cielo azzurro/per incantare e far sognare i bambini/la luna è piena di bandiere senza vento/che fatica essere uomini»
Ahora me parece recordar, contaba George Steiner que su ejercicio para alejarse del Alzheimer era, todas las mañanas, levantarse y sacar al azar 4 libros de su biblioteca, y traducirlo en otros 4 idiomas, de los que él desde su infancia empezó adueñándose profundamente; yo, a manera de hacernos recordar el deslice humano que tuvimos, tomo un texto de la biblioteca, a veces al azar, muchas otras veces ordenándome una secuencia temática, una orden histórica o de otra índole literaria o el azar mallarmeano, y busco lo que subrayé, lo que aquella lectura dejó en signo de estética, de poesía, de influencias, en fin, de belleza…
Luego, al Mundial de México ‘70 el más espectacular partido de futbol jamás jugado, Italia-Alemania 4-3, despidió los años sesenta, y con la televisión a colores, con Armstrong que pisó la luna y la imaginación que nunca llegó al poder, entramos en una nueva época, fue un salto brutal, las minifaldas descubrieron finalmente las hermosas piernas de las chicas que nos hicieron enloquecer, mi tío Delio se ponía debajo del aparato televisivo (el cajón de las mentiras, lo había bautizado) para ver debajo de las minifaldas cual paraíso se escondía, mi abuela, siempre obsesionada por el hambre - y tanta hambre sufrieron, ellos que solo supieron hacer hijos, ella llegó a parir 16, ocho hombre y ocho mujeres - les preguntaba a quienes estaban a su lado frente al televisor, ¿adónde irían a comer así tanta gente?...
El significado de aquella hermosa canción, que yo estropeaba con mi improbable voz - nada que ver con la de mi papá, que fue cantante y bailarín, y a su manera, también un poco donjuán - sigue en los sueños de los niños que espero la estén escuchando, de los que bordean la edad anciana, de todos quienes escuchándola imaginaban unos años setenta diferentes.
Ahora recuerdo, la maestra Giovanna nos hacia aprender las poesías a memoria, hábito importante, además que bellísimo, íbamos en primavera recogiendo hierbas comestibles detrás del rio Meduna, y una de Carducci y otra de Pascoli, siempre nuestro Leopardi y su inalcanzable Silvia; los miércoles, en la tarde, las actividades eran el laboratorio, cuatro maderitas para construirme el Arca de Noé, la que nunca embarcó animales, la que nunca salió siquiera de la escuela intitulada a Giuseppe Garibaldi, que hoy tampoco existe. Yo, la Lucia, la Chiara, la Cinzia e la Roberta, la Sara e la Marta, planificábamos nuestra fuga, el barco será grande, entraremos todos, aunque un poco apretados, entraremos todos.
«Un toro è disteso sulla sabbia/E il suo cuore perde cherosene/A ogni curva un cavallo di latta/Distrugge il cavaliere/Terra e mare, polvere bianca/Una città si è perduta nel deserto/La casa è vuota, non aspetta più nessuno/Che fatica essere uomini »
Maurizio Bagatin
14 octubre 2020
Imagen: Cecchini musical, años treinta
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