Maurizio Bagatin
Me autoexilié. Un día nos sentimos defraudados por la política, por la sociedad, por la vida. Tal vez, no teníamos el coraje de admitir que éramos solamente disolvencias. Yo adherí al movimiento que optaba por el exilio en caso de una victoria de la fuerza soporífera. Las elecciones se celebraron en abril, con algunos de mis libros (entre ellos no olvidé llevarme al Céline tan amado) en mayo (sí, los adormecedores, habían acertadamente ganado) ya me encontraba a mucha distancia del desastre…y, miraba de lejos el embarque del nuevo que llegaba: a todo chancho le llega su san Martín, y seguía en mi corajuda lucha idealista, entre el bellaco que abandona el barco, y el que ha visto, mi lucha seguía sintiéndola como una encrucijada poética y/o una vuelta a la insustentable levedad de nuestro ser: nada de todo eso, naturalmente. El hombre, esta especie a veces insospechable, narra lo que ni al verse se logra (y se debe) creerle. Estaba hablándole de algo que ocurrió, de algo que es Mito. Y hoy ni siquiera me acuerdo a cuanto tiempo, y kilómetros de distancia ha ocurrido. Sigo exiliado, de mis raíces, de mi tierra y de mis sueños.
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