Gomorra, el triunfo de la mediocracia


Tocar el fondo, sentir la sequedad anestésica de lo deshumano. Hoy el país está así. ¿De verdad se han necesitados tantas virtudes para generar tantos horrores?

No es el Satiricón de Petronio, es el presente, este ominoso bodrio pachucho que en tres lustros ha logrado demoler ilusiones y sueños; un voto robado a una generación que votaba por primera vez y a la cual, perfeccionando el fraude, le volvieron a robar el futuro.

Gomorra. Capitulo ausente en Roberto Saviano.

Tajibos de estupefaciente belleza florecen en invierno, a su lado, psicodélicas estrellas de navidad, el ceibo ya ha florecido en la Juan de la Rosa, la única calle en tener el nombre de una novela. Y esperar aún con vida los molles de la Uyuni “trasplantados”. El perfume a jazmín en las noches ya anuncia primavera: la ferocidad de la belleza es menos letal que todas las fealdades de una criminal poda. Escucho la Pavana de Gabriel Fauré mientras gritan “Soy vida”, los árboles de la avenida Juana Azurduy de Padilla. “Cosas vagas”, dijo Paul Valéry, mirar un árbol, una hoja, una flor.

Incluso si todo es diferente, no significa que algo haya cambiado.

Maurizio Bagatin, 27 de julio 2021
Imagen: Keith Haring

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