Homero Carvalho Oliva
Un poema no necesita de explicación porque se explica por sí mismo. Sin embargo, existen poemas que tienen toda una historia, ese es el caso de mi poema “Los abuelos”, que se ha convertido en uno de los más emblemáticos de mi producción poética. Este poema fue escrito en el año del señor del 2008 y se publicó en el libro “Bautizar la ausencia” el año 2017, un poemario que reúne textos dedicados a mis antepasados, mi familia y mis amigos.
El 26 de julio de 2008, después de muchos años, volví a mi pueblo, Santa Ana del Yacuma, que ya se había convertido en una pequeña ciudad que cumplía 300 años de su fundación. La alcaldía había organizado una serie de actos conmemorativos y entre esos actos tuvieron la generosidad de honrarme con la declaratoria de Hijo ilustre; volví a recorrer las calles de mi infancia, las viejas casas de mis abuelos y al pasar por un colegio vi el nombre de Raquel Urey, mi abuela materna, el frontis de un colegio; calles más allá, en otra escuela, estaba escrito el de mi abuelo, Leónidas Carvalho. Esas imágenes se quedaron en mis retinas, luego bajaron a mi piel y fueron la semilla que creció en este árbol/poema amazónico cuyas ramas son los versos que lo escribí imaginado sus vidas porque nunca los conocí y a mi memoria vinieron todos los abuelos del mundo porque en algún somos unos y somos todos; al homenajear a mis antepasados, aspiraba a homenajear a todos los abuelos de nuestros abuelos.
Quiero creer que lo logré porque este poema me ha traído grandes satisfacciones; ha sido publicado en innumerables revistas del mundo, traducido a varios idiomas y ha sido leído y declamado por niños, niñas, hombres y mujeres poetas y declamadores profesionales de muchos países, hasta convertirse en uno de los poemas que me identifica y simboliza mi obra. Sé, por amigos y conocidos, que lo recitan en escuelas y ya no importa si citan al autor, lo importante es poema mismo. Cuando un poema transciende al autor, cuando unos pocos versos son recitados de memoria la obra el poeta cumplió con su cometido, porque por lo menos un verso le sobrevivirá.
He aquí el poema:
Los abuelos
Homero Carvalho Oliva
Los abuelos de mis abuelos
no imaginaron cómo era la patria,
porque la inventaban cada día.
En sus sueños
la patria era el hogar,
el techo que salvar de las lluvias de enero
y el árbol elegido para que se transforme
en la madera de la cama de los hijos.
No importaba si no conocían el país,
porque al despertar había que contar los sueños,
conjurando las pesadillas,
con salmos matinales
y tisanas de paja cedrón,
para que la esperanza
no sea enterrada con el hijo de los vecinos,
que murió de viruela y ningún santo pudo salvarlo.
Los abuelos de mis abuelos
no figuran en los libros de historia,
porque no fueron héroes ni villanos,
aunque muchos de ellos empuñaron la espada
cuando los hechos eran más urgentes que las palabras.
Los abuelos de mis abuelos
no despojaron a nadie de sus tierras,
su conquista fue la del territorio de sus amadas
y fueron guerreros de la alborada
alistando los machetes
para cortar el sol en pedacitos.
Hubo artesanos y costureras
entre los abuelos de mis abuelos
y alguno cantó a orilla de los ríos,
mientras otro escribía poemas.
También hubo ganaderos y herreros
y quién sabe qué otros de mil oficios
porque en el pasado los títulos los daba la vida.
Los abuelos de mis abuelos
fueron portugueses, indígenas y españoles,
¿acaso importa?
Importa el amor que nos legaron
y las palabras de este y del otro continente,
con las que narraban el asombro cotidiano.
En mi pueblo, Santa Ana del Yacuma,
la nación de los Movimas,
los nombres de Leónidas y Raquel,
mis abuelos paternos,
son pronunciados por niñas y niños
en las escuelas que ostentan sus nombres
y los de Nemesia y Humberto,
mis abuelos maternos,
son recordados en las cenas familiares.
En los abuelos, raíces mías,
semilla de muchas generaciones,
portadores de mi nostalgia
está el pueblo ausente.
Ellos, viejos sabios,
les contaban cuentos a sus nietos
en los que aparecían y desaparecían duendes y viuditas,
y sus rostros se transformaban en los monstruos de las leyendas.
Los abuelos de mis abuelos
creían en las aves agoreras
y en los cotidianos milagros de la Virgen.
Eran buena gente los abuelos de mis abuelos.
Y aunque no son los héroes de ninguna saga histórica,
la patria no habría existido sin los sueños de mis abuelos.
A continuación, les paso los enlaces de tres versiones recitadas y/o leídas de mi poema:
En la voz del poeta argentino David Slodki
En la voz de la poeta argentina Lorena Nittoli
En mi propia voz.
*Publicado originalmente en El Diario (eldiario.net) Bolivia.
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