Andas por las heridas: son tus huellas. Brillan como faros, se reflejan en la arena, laten y te guían. Sabes que, si apasionado las sigues, nunca te perderás, nunca se ausentaran de ti, de tus manos, el peligro, la lluvia o la luna, la soledad crujirá entre tus labios, la tristeza se alejará de tu piel, el viento se llevará lejos todo el pesar, todo el dolor, todo el espanto
Vuelves. Tus alforjas llenas de nieve virgen, hielo inmemorial, abismos insondables, vuelos de pájaros. Tus ojos recuerdan los sonidos de las dunas, los silencios de los cerros, las voces de los dioses que clamaron en tu ser: son tu espejo, ese que miras cada vez que el desasosiego acecha, el desencanto asedia, las huestes del hastío y el infortunio te cercan. Los cuarzos de la memoria te protegen: no penas. No lloras. No juras en vano
Revives la noble fragua y sus micas, los volcanes que te ampararon, las aguas de los arroyos que te confesaron sus deseos, los adioses sin remedio, los árboles que se agitaron como banderas, las piedras que cantaron con vos
Es que has horadado el vacío, lo has vuelto tu aliado, escribes en sus páginas poemas a un destino que sabes siempre incierto pero que es real, lo respiras, lo hueles, lo cargas a tu espalda, lo alientas, lo honras y lo ofrendas a cada paso, con cada certeza escrita en la peña, cada cordillera que deslumbra, cada océano, cada muelle
Sucede entonces que te colmas de fe y te abrazas a un colibrí y vuelas con él: eres libre y nada podrá desmentirte, ni tu mismo, ni la aciaga ronda de los días, ni el martirio anhelante, ni las oscuras mentiras de los mandarines o el humo de la maldad
Las heridas, tus huellas. Son tu tesoro. Tu majestad. Tu único patrimonio. La aspereza de tus cicatrices te ha revelado la belleza del mundo. La fuerza recircula, la ansiedad se disipa, la epifanía todo lo puede, todo lo busca, todo lo vence. Amas ese mundo porque es tu victoria. Si antes lo combatías y sangrabas, ahora, mi dios, ahora lo cortejas, ahora lo agasajas, ahora lo celebras. Y el mundo que danza, el mundo que vibra, ahora lo sabes: la celebración del mundo, es poderosa, es dichosa, es invencible.
Pablo Cingolani
Laderas de Aruntaya, 29 de octubre de 2021
Imagen: "Flor del pichi", Archivo Sanfabistán
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