La danza animista trae la alegría de nuestros orígenes. Como en las ceremonias en uso en el Dahomey, se llora el nacimiento y se exulta a la muerte. Bajo la sombra de un árbol de mango, el chef du village comparte sabidurías, el viento y el sol serán fieles compañeros, en las buenas y en las malas, siempre.
“La democracia es como la yuca importada. Se pudre rápido” -y fue así- el neocolonialismo se transformó en un nuevo tribalismo, prolongamiento de la presencia colonial, adonde pobreza y miseria son fácil gestión para militares y viejos clanes.
La genialidad generada por la necesidad desde el alba del mundo nos ha sido siempre útil, todo el resto es vida; la entropía interrumpe un horizonte bloqueado y lo cura, el niño domará el viento y frenará el desmoronamiento. El agua llegará antes de los monzones, la semilla dará el fruto y la sonrisa antes de la muerte.
Fela Kuti está tocando varios instrumentos, Mirian Makeba engatusa con su voz, África, escribió Kapuściński, es un continente demasiado grande para describirlo, en la realidad, salvo por el nombre geográfico, no existe.
Maurizio Bagatin, 3 enero 2022
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