País enlatado, dijo alguien. Todo lo que importamos es mejor, sin serlo verdaderamente, solo de apariencia se vive. Desde la farmacéutica que hace un cuarto de siglo atrás lamentó poder ofrecerme solamente aspirina de industria nacional, hasta la cocoa en polvo argentina de los carritos de contrabando que andan por mercados y mercaditos de hoy. El cacao cultivado en Sapecho y el silvestre de Baures son para la exportación. Pasó lo mismo con la quinua, desde la alfombra roja que la FAO puso en 2013 declarando el año internacional del grano andino, generando así más monocultivos y más pérdida de biodiversidad aquí en Bolivia. Distorsiones y rechazo de lo nuestro, en ausencia de genio, se importa o se copia.
Anoche en Chiquicollo había una feria, la Feria del contrabando. No es la única, en la zona sur hay otra y otras, y en camionetas andan por la ciudad y por las interminables periferias familias vendiendo jabones, shampoo y otros miles de productos para la higiene personal y la limpieza del hogar, cuentan que el producto estrella fue la crema curativa con aceite de cannabis. ¿Pero, que es el contrabando? Una de las mil actividades ilícitas que se inventa este pueblo para sobrevivir, el ochenta por ciento de los censados en el 2012, por si acaso no tienen nada que ver con los inscriptos en el patrón electoral obsoleto. De estos datos gritaremos en vano o nos riéremos a carcajadas de aquí a poco.
¿Y los precios? Tal vez a un principio habrán sido muy competitivos - la economía argentina, destruida por los que algún día llegaron en un barco, está siendo dramáticamente salvada por los comerciantes bolivianos- pero de un tiempo a esta parte son iguales de los productos nacionales y de otros países. La harina que importamos, casi el sesenta por ciento de nuestro consumo, sigue siendo subvencionada por el estado; importamos indiscriminadamente maíz, conservas, cervezas y carne desde Argentina y Perú nos abastece de papa, cebolla y frutas, en los mercados populares hay frutas chilena y peruana, de los nuestro papaya, plátano, banana y sandía.
Las únicas fuentes de trabajos son las azules, el empleo por un voto; ¿adónde va el pueblo a pedir ayuda, si el estado es el problema?
Maurizio Bagatin, 15 abril 2022
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