Libros usados


Maurizio Bagatin / Revista Literaria GAFE

“Moriré ignorante” está escrito en la primera página de un libro de recetas de medicina natural. Es un libro usado que encontré, entre cachivaches de todos los materiales posibles,en la Cancha en Cochabamba. 5 bolivianos fue su costo. Hay recetas fabulosas para prevenir la gastritis, la diabetes y combatir el insomnio. No hay recetas útiles para los bibliófilos. Los libros usados cuidan sus secretos páginastras páginas, y en cada página hay una historia para otro posible libro.

Una flor seca, un boleto del tren Bologna-Firenze de abril del 1979 y una entrada al Cine Astor de una ciudad invisible, una confesión escrita en rojo carmesí, un billete de 50000 Cruzeiros de la época de João Figueiredo presidente del Brasil. En alguna página repentina, un secreto, una señal.

Una página ausente de un poema de Lucrecio, comentarios, análisis, sugerencias, criticas – en un libro de Walter Benjamin, unas bibliografías diferentes, escrita por algún lector – y luego correcciones, una firma, algunas fechas, autógrafos y dedicas, los nombres de unas ciudades ydibujos, mapas de tesoros perdidos, la foto descolorida de una mujer del siglo XIX. “Con el sincero augurio que este libro te haga amar la lectura” (leído en la primera página de una novela de Corín Tellado); “Con el invito a que leas este libro y deseándote éxito” (dedica de un empresario boliviano a no se sabe quién, escrita en “Como hacerse rico” de Donald Trump; “Con la esperanza de que la lectura de este libro logre abrirte horizontes infinitos” (leído en uno de los tantos libros de Paulo Coelho amontonados entre los libros usados y truchos del Pasaje Joaquín Zenteno Anaya, en Cochabamba.

Un poco de tabaco y un beso labial color rojo Borgoña, palabras borradas, roeduras de ratoncitos, manchas de café y de pollo frito; extravagantes marcadores de libros, direcciones y números telefónicos, códigos indescifrables, su precio de entonces, apuntes que nunca se relacionaran con el libro, plumas de pájaros y el boleto de entrada en La Ópera de la Bastilla del último espectáculo de Boris Godunov. En una estupenda edición de Gran Sertón: Veredas de João Guimarães Rosa, había una carta de un profesor de filosofía de Sao Paulo, una carta que tendría que haber llegado a una de sus mejores alumnas, una muchacha portuguesa enamorada de él y enamorada también de Fernando Pessoa.En una plaquette de poesías de Le Corbusier, Poésie sur Alger, encontré el sobre ya sellado de una carta nunca enviada desde París a Madame Danielle Gaillard por parte de Monsieur Michel Despret.

Libros que han vivido una vida precedente y que el nuevo dueño sufre y goza, sufre en buscar su anterior dueño, el lector que dejó tantas huellas indescifrables, indicios imperceptibles, pocas pero francas indicaciones, sinceras hasta el sello de pertenencia, la fecha de adquisición, la profesión o el oficio. Y goza, por ahora ser suyos y disfrutarlos, en la esperanza de descifrar las huellas de sus pasados.

Tapas reconstruidas, cintas adhesivas, pegamento, anillado, otra vida con un bloque empastado nuevamente, colores de sus páginas que han cambiado con el tiempo, conservando los enemigos de siempre, los que Paul Valéry indicaba ser el fuego, la humedad, los animales, el tiempo y su propio contenido.

Un libro usado contiene muchas lecturas, muchos lectores y nunca sabremos cuantas interpretaciones. Tiene otro olor, las manos que lo tomaron preso, los estantes del cual fue prisionero, la poca luz y el polvo, el peso de otros libros, vecinos incomodos o impertinentes, la soledad o la demasiada compañía, el abandono, un viaje, el regateo por una nueva vida, esperamos mejor que la anterior.

Maurizio Bagatin, abril 2023

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Publicado originalmente en su columna "El morbo de Gutenberg", de Revista Literaria GAFE (23/4/2023)

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