Es uno de mis libros de cabecera y creo que siempre lo será. Una vez reconocí que, a pesar de haberlo leído “muy tarde”, es uno de los libros que debían habernos hechos leer en las escuelas, habríamos querido un poco más a nuestra tierra y a nuestra gente. Seguíamos tercamente buscando nuestra identidad y nuestra diversidad solo en Manzoni, en Tasso, en algunas poesías aprendidas a memoria, en nuestro enclaustrado provincialismo de siempre.
Guido Piovene viajó a lo largo y lo ancho de la península durante tres años, cuando nuestro país estaba entrando en la fase del llamado milagro italiano, cuando intentaban moldear un nuevo carácter a una realidad que aún no había metabolizado la tragedia y el dolor de las dos guerras y del fascismo. Se palpaban aun los escombros y las ruinas. Entre las líneas de Viaggio in Italia podemos leer toda la literatura del pasado, la invasión Unas y Aníbal, los Borbones y Napoleón, la belleza y la tragedia griega, el peso de tanta historia que el ojo de Piovene desmenuza y estudia, analiza y sella con su letra lucida y firme. Todo lo que nos falta hoy.
No encuentro traducción a otro idioma de este libro y no recuerdo haber leído críticas sobre el libro por parte de la izquierda de aquella época. Piovene en su reportaje nunca fue retorico, era un esteta que deleitó refinadamente al lector, viajaba por trabajo con placer y con un pathos espléndidamente italiano, libre de prejuicio y de la síndrome de Stendhal.
Un viaje hecho setenta años atrás como lo hizo él es verdaderamente una empresa que solo al Renacimiento se le debería permitir recriminar. Y hacerlo como lo logró este viajero atípico - que antes hizo algo parecido en los Estado Unidos, recabando una obra, De América, que aún hoy queda como una pequeña joya - es algo único. Uno se pierde, siempre racionalmente, en las incursiones que solo la gran literatura pudo hacer, Italo Calvino y Pier Paolo Pasolini, el sud que narraron Ignazio Silone y Tomasi di Lampedusa, hasta penetrarlo antropológicamente como lograron hacerlo Ernesto de Martino y la poesía de Rocco Scotellaro. Flâneur ante litteram fue Guido Piovene, libre de ideologías.
Una vez hice un viaje en Italia que duró tres o cuatro meses, viajando en tren, pisando casi todas las regiones italianas, solo Cerdeña y Val de Aosta no logré penetrar. Este viaje solo pudo confirmarme la excepcionalidad de su Viaggio in Italia. Arte y geografía, economía y gastronomía, costumbre e historia, como un cronista de las Indias, Guido Piovene sigue invitándonos a un viaje afuera de las rutas y adentro de otro viaje.
Maurizio Bagatin, 12 de agosto 2023
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