La Odisea del Capitano


No hay una Ítaca donde retornar. No se puede ser serios a los diecisiete años, escribió Rimbaud, a esta edad se piensa en cambiar el mundo, en hacer la revolución, escapar. Luego el mundo nos cambiará. El Capitano tendrá solo una Fata Morgana que lo asistirá, y será como un ritual ancestral, en el cual todo puede ser sacrificio o gloria. El norte exporta democracia y armas, los califas y las mafias ejecutan órdenes y van gozando sin compasión de la inocencia de los pueblos.

El Capitano no es Ulises, y con sudor y lágrimas va construyéndose la metis necesaria para salvar vidas humanas. Matteo Garrone no teje una fabula necesaria como fue con Pinocchio, no desnuda la violencia del abandono como en Dogman, esta vez nos ofrece una reflexión sobre la democracia, la que nos enseñaron los filósofos griegos, y una sobre la empatía que nos transmitió León Tolstoj: la democracia sigue siendo poesía y la empatía es ponernos en la piel de los otros, propio como lo hizo Tolstoj con su Anna Karenina.

El cine, todos los artes nos pones preguntas, buscamos adentro de nosotros las repuestas.

Maurizio Bagatin, enero 2024

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