Anatomía de la melancolía


Homero Carvalho Oliva

Cuando leí el fantástico cuento la Biblioteca de Babel, de Jorge Luis Borges, creí que el epígrafe había sido inventado por el escritor argentino, al igual que el título del Libro Anatomía de la melancolía y el autor Robert Burton, para mí eran muy borgesianos: “By this art you may contemplate the variation of the 23 letters”, en español: “Mediante este arte podrás contemplar la variación de las 23 letras”, dice el epígrafe citado por Borges.

Durante años estuve engañándome a mí mismo hasta que descubrí que el libro era real, tan real que era intimidante, más de nueve mil páginas (sí, 9000 páginas).

El editor nos advierte: “Obra desmesurada cuya enorme extensión ha hecho sumamente azarosa su trayectoria editorial, la «Anatomía de la melancolía» (1621) es un minucioso examen de un rasgo propio de numerosos temperamentos humanos que, vinculado a veces al genio y otras a la locura, ha hallado forma de manifestarse desde la antigua hipocondría al moderno «spleen» o los actuales trastornos psíquicos. Contemporáneo de John Donne y en buena medida de Shakespeare, Robert Burton (1577-1640) —hombre de carrera silenciosa, sedentaria, solitaria, íntima en el Christ Church College de Oxford— incluyó en su magna obra su vasto caudal de conocimientos sobre los más diversos autores y materias en forma de resúmenes históricos, consideraciones filosóficas, anécdotas literarias, mitos y leyendas, citas poéticas, informaciones científicas, meditaciones teológicas, juicios médicos y entretenidas digresiones”.

Hoy, una amiga me envío el PDF de esta monumental obra y decidí que no me voy a morir hasta finalizar su lectura, aunque sé que es imposible engañar a la muerte.

Para muestra un botón de la genialidad y contemporaneidad de la obra de Burton que, según él mismo, se inspiró en El Quijote de Cervantes:

«¿Qué es el mundo mismo? Un vasto caos, una confusión de tipos diversos, tan variable como el aire, un manicomio, una tropa turbulenta llena de impurezas, un mercado de espíritus vagantes, duendes, el teatro de la hipocresía, una tienda de picardía y adulación, un aposento de villanías, la escena de las murmuraciones, la escuela del desvarío, la academia del vicio; una guerra donde quieras o no debes luchar y vencer o ser derrotado, en la que matas o te matan; en la que cada uno está por su propia cuenta, por sus fines privados, siempre en guardia.»

De esta manera, al igual que Burton: “escribo sobre la melancolía para estar ocupado en la manera de evitar la melancolía”, es decir que escribo sobre la locura para evitarla o, por lo menos, jugar con ella una partida de dados.

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