Marzo


Pies desnudos van pisando lo que las lombrices fueron construyendo. Es una ingeniería que cuando éramos niños no comprendíamos. El color de la tierra desprendía aun la mutación de la estación del invierno. Y el verde, este verde al cual le faltaba oxígeno, era nuestro para siempre: parecía ir pidiendo calor al sol en cambio de fotosíntesis.

El libro del mundo es obra para poetas silenciosos, el campesino que se levanta después de la siesta y saborea el vino que el mismo elaboró, una madre que ha ido midiendo el traje de su hija para la fiesta de mañana. Silabas tras silabas se van componiendo palabras que el frio invierno encerró entre cuatro paredes bien aisladas; los grillos y las hormigas, la negra araña y la cigarra han conservado la memoria de la estación y ahora esperan la salida para explotarla.

Cambio de hemisferio cuando veo todo el verde andino que en estos días delicia nuestras pupilas. Son muchos verdes y tienen nombres extraños, de animales de sangre fría y de plantas milenarias, de piedras preciosas y de diosas. Marzo explotará este color. Vendrá el mes cruel para encrudecer los tonos y amansar los elementos primordiales.

No es su nombre su fuerza, son las mimosas que durante el invierno han ido acumulando la extraordinaria explosión. Son las mujeres que buscan los jardines, la flor eterna y sin nombre, el nácar de su piel renacida. Mas la vegetación que la guerra, equinoccio de amor y de contemplación. Beso pálido que desea olvidar las grietas en los labios, ver la flor del durazno, la prímula que floreció bajo la nieve y la violeta pasionaria, escuchando el viento caprichoso que anuncia la primavera.

Maurizio Bagatin, febrero 2024
Imagen: Fresco en la iglesia S. María del Castello a Mesocco representando el mes de marzo

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