Existirán seguramente distintas culpas, algunas en los seres que un día defienden a sí mismos y mañana se lanzarán por calles periféricas y vacías, gritándole al mundo y al viento. Otras culpas caerán en los seres que sienten no haberlas tenido y que tal vez nunca las tendrán. Venialidades de los hombres.
Mucho tráfico aéreo en los cielos. Orson Welles en un julio bochornoso de casi un siglo atrás desnuda la paranoia norteamericana: La guerra de los mundos sigue adentro del ser humano. El domingo pasado fue el día más caluroso registrado en el mundo. Esta nuestra entropía está resumida en una bellísima frase del libro e Herbert George Wells: “Pocas gentes conciben cuán inmenso es el vacío donde flota el polvo del universo material”.
Encuentro una hoja con un escrito de muchísimos años atrás, recompongo y traduzco el texto original que era en italiano: “El nihilismo se hace construcción cuando Nietzsche se convierte en constructor, ideal e ídolo, más allá del símbolo, cuando Lou Reed música y vocifera un rock al atardecer de su Nueva York; cuando Andy Warhol exige que "su arte" sea plagio. Los tres pasos: Mito, Símbolo, Marca, de aquí es el principio, cuando el pensamiento destruyendo construye, sin un orden, sin un preconcepto, la acción. En las mazmorras se va pregonando el futuro, con la autenticidad del nuevo movimiento: Poder, Persuasión, Éxito. Como cuando las hojas esparcidas daban voz a la conciencia de la nada: era la acción, entre ruidos y metamorfosis que ofrecía el movimiento: rock, dibujos, música y pintura. El Mito se instaura, el credo del yo supremo, el superior (con la pésima interpretación de Hegel y de Nietzsche). El Símbolo que va construyéndose con cuanto heredó del Renacimiento. La Marca (el logo) que impone el ser todos diferentes, pero profundamente iguales. Ese ser poetas "sin la palabra", ser poetas en el gesto cotidiano, sin la molestia impertinente de "nuestra" modernidad. Un "panta rei", como dijo Montale, al que no es el no intervenir lo que nos hace libres, sino la acción sapiens, el dran griego. Acción que no es limitada, que no es un fin sino un medio, como siempre ha sido la Poesía desde Homero. Pero la palabra es una piedra, a menudo el mito todavía recuerda las hazañas de un pasado donde acompañó la acción. Hoy, después del siglo XX (este horrible siglo XX, decía Paul Bowles) cuál puede ser el sentido de ser un medio sino el medio mismo?: romper con el miedo, convertirse en sujeto de diálogo entre la acción y la no acción (TAO), contemplar la naturaleza, su violenta metamorfosis e intervenir con el pensamiento. Por lo tanto, un regreso al pensamiento artesano, al hecho artesano como si la misma acción, poéticamente, nos llevara nuevamente al ars del hacer.”
Texto que sigo leyendo, como si fuera Nabokov frente a Lolita. Otros antiguos apuntes aparecen, en uno apunto la Philia, la amistad que para los griegos era más que el Eros; en otra hojita anoté el nombre de un ají picantísimo del Amazonas brasilera, Aipi Yuna, me lo habían hecho probar unos nativos de una zona del Maro Grosso, me parece sentir aun el fuego en mi paladar, el chiltepín que cultivé en Cochabamba era para reírse en comparación. Sigo removiendo la carpeta y aparecen notas, en una de ellas siempre en italiano está escrito: “Los recuerdos se cuentan, pero no se transmiten”. Recuerdo el ojo de un niño travieso que me miraba desde una casa al pasar el tren que desde Estación Catorce nos llevaba al desierto. En otra hoja una brevísima poesía de Manuel Ortiz Guerrero: “Lo que “se prueba” solamente “existe, /y esto se llama “ciencia”, / ¡pero qué triste!”.
De algunas culpas quería escribir, del silencio de los culpables, pero me sale solo el recuerdo de un pañuelo de algodón, que hoy se ha vuelto de papel y está hecho para usar y luego botar.
Maurizio Bagatin, julio 2024
Imagen: Saul Steinberg, 1977
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