La memoria taladra


La memoria taladra y juega con la imaginación el cerebro: “Dire, fare, baciare, lettera, testamento…” (Decir, hacer, besar, carta, testamento…), juego de niños y de niñas antes de la complejidad del género. Afuera de su órbita es el mundo entero, Butch Wilmore y Suni Williams transcurrirán varios meses en un lugar del espacio donde nuestro imaginario no alcanza. Julio Verne y Philip K. Dick extrañarían estos viajes. El cielo es un milagro a nuestros ojos, los juegos de los niños también.

Voy palpando las semillas que almacigaré esta tarde, bajo el tajibo sin flores preparo la tierra que reclama el petricor necesario. Llegarán en la madrugada mis nietos y mi hija, el sol sueco ya no es el sol de hace treinta años atrás. Olof Palme es así lejano que hoy un ocaso vale como un amanecer, su sueño se fue con el sueño de muchos otros seres humanos. Hoy una bandera de Suecia la vi soñando en un colegio de la zona sur de Cochabamba, un futuro con algunas huertas, un teatro y menos violencia.

Anoche fui oyendo el testimonio de un habitante de Roboré, de un nativo de la Chiquitania y de un beniano: así tan cerca y asi tan lejos, el humo que respiran y el apocalipsis que están viviendo a diario. Estado ausente, cómplice y hasta artífice de la barbarie: “Hasta cuando, ¿se preguntan las víctimas del ecocidio?”, seguirá la angurria pisoteando a Eva y Adán, Caín, Abel, lo fantástico y lo imposible, las nueve historia de Heródoto y la belleza imprescindible de toda la Amazonia.

Achicoria de Trieste, lechuga roja y tomate corazón de buey, albahaca genovesa, escogí las semillas como un paseo por una Italia que recuerdo solo en mapas de papel, guías Michelin sin restaurantes con demasiadas estrellas: buenos panes, aceites de oliva frescos y vinos maduros. Una new age irreconocible me hace ver viejo frente a un espejo cóncavo, sellos, certificaciones, premios y reconocimientos que antes eran el estrecharse las manos, el mirarnos a los ojos, el compartir unas buenas copas. No fue siempre así, lo sabemos casi todos, pero la ilusión y el sueño sirven como el respirar para los pulmones.

Tanto futbol visto y poco apreciado, en esta “época de pasiones tristes” voy recuperando memorias alegres con Osvaldo Soriano, “El penal mas largo del mundo”, narración que nos transporta y nos traslada a poesías y barro, a suciedad y a una “letanía de laboriosos horribles triunfos”, la belleza que Estrella Polar supo compartirnos en “el sabe que yo sé que él sabe…”. Cuentos que ya no encontramos, ya no leemos, un pucho siempre encendido, una botella de buen trago y la caricia a una mujer que ya no espera más. Y mañana recordaremos a Butch Cassidy y al Mundial dimenticato, epopeyas de polvos aun respirables, de irreparables amores imperfectos.

La memoria taladra y juega con la imaginación el cerebro: escribir es un juego, se juega en los Evangelios Apócrifos como con las pelotas de trapo, se escribe una poesía a la amada como al tomar el vino fuerte del otoño ya pasado. Hay similitud entre una vocación y un pecado, entre una virtud y un error. Pero aprendemos mas del error que de la confusión.

Maurizio Bagatin, agosto 2024
Imagen: Afiche de la película Il Mundial dimenticato (Italia/Argentina 2011)

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