Antes de reconocer el silencio como San Tomas de Aquino, me embuto del carnaval, sin ser parte integra de la fiesta y tampoco de esta infinita galería del público. Alguien aparte. Contar de serpentinas y disfrutar de las misturas, dioses ebrios de ternuras, acompañando en un baile a tiernas comadres, ebrias ellas también. La belleza es una obra del Tiepolo que vi una sola vez, en los colores que son “pasteles frescos”, a imitación del cielo, frugales aventuras de máscaras, alegres perdiciones antes de la Cuaresma. Era la única época del año que Giacomo Casanova aprovechaba para no quitarse la máscara. La máscara valía muchos más en otros momentos, durante el carnaval vale solo por la fiesta que sustenta. Todo vale solamente en carnaval, los colores, los humores, en la Serenissima valía el tema del año, una hambruna, una abundancia, un pacto de alianza con el nuevo diablo al poder en Roma. Pulchinela y su amada, humores que transpiran de sus rostros, de sus máscaras, de los símbolos que desean tal vez representar. Es carnaval, todo vale. Pulchinela enamorado en Venecia, comedia del arte y expresión del alma popular, parodia del hombre y de sus debilidades.
Maurizio Bagatin, febrero 2025
Imagen: Giandomenico Tiepolo, Pulchinela enamorado
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