Márcia Batista Ramos
El día nacía detrás de las graderías que tapaban las casas, las bocas de calle, los comercios, los garajes y otros derechos de unos, para el regocijo de otros. La gente que caminaba iba sin prisa, iba ebria… Igual a los transeúntes, también las aceras debajo de las graderías estaban ebrias de orines ebrios, de hombres y mujeres ebrias, que no alcanzaron a buscar una salida por un portón instalado en una boca de calle, dónde la gente no ebria hacía fila para utilizar un mingitorio.
La situación caótica resultante de la algarabía carnavalesca de esa noche y del día anterior, dejaba en el aire una sensación, indiscutiblemente, apocalíptica.
Todos, olvidados de que la palabra carnaval proviene del italiano carnevale, que a su vez viene del latín carne levare, que significa "quitar la carne". No se abstuvieron de nada y se sumergieron en el "valle de la carne", apropiándose de sus placeres en plena vía pública, zambulléndose en todos los excesos prohibidos en los otros días del año, por lo menos, prohibidos ante la vista y paciencia de otros humanos.
Los colores de la mañana que reventaba, se mezclaban con serpentinas, purpurinas multicolores, brillantinas y calzones femeninos olvidados entre las graderías del recorrido, anunciando que el amor es libre, que la gente estuvo súper feliz y que en una sóla noche cupo mucho deseo. Más deseo que en un feliz matrimonio de cincuenta años.
Personas dentro de gorros pasamontañas negros, metidas en sus overoles naranjas, en fila indiana barrían la avenida, juntaban los desperdicios, renegaban de tantos residuos de comidas, preservativos, botellas, colillas y de repente, una cabeza. ¡Una Cabeza!
¡Misericordia!
No había cuerpo.
Llamaron a la policía.
Las casas que empezaban a dormir, porque se callaron las bandas, ni bien cerraron un ojo, saltaron y se aglomeraron con los barrenderos para mirar la cabeza.
Las sirenas que llegaron se confundían con las preguntas y susurros:
¿Quién llevó el cuerpo tan lindo?
Una mujer comienza una oración.
¿Cómo se llamaba ella?
Un hombre repite malos nombres.
¿Cuáles fueron sus últimos pensamientos, si su boca continuaba sonriendo?
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