El mito azul


A Alfonso V.,
mi hermano


Dime, bro: ¿de qué hilacha, de qué sutura, de cuál herida, nos aferramos para no caer?
Vos, como yo, sabemos de abismos, de grietas, de mundos insondables donde hay solo amarguras y tristezas
Dime, hermano ¿porqué no insistir?

¿Por qué no arreciar en el mismo espejo?
¿Acaso no bebemos siempre del mismo viejo vino?
¿Acaso no son las mismas montañas las que amamos?
¿Acaso no tenemos la dicha de seguir siendo amigos mientras vamos enterrando a los que caminaron con nosotros?

El mundo es injusto, vos lo sabés
¿Acaso no podemos intentar sentirnos bien con lo poco de justo que tenemos entre nuestras manos?
¿Acaso no es así? ¿No lo hemos intentado?

El sueño montonero de todas las noches deviene en el mito azul de cada día
¿No te parece sencillamente no hostil?
¿No te parece respirable?

Dime, bro, porque de vos, siempre de vos, y solo de vos, espero siempre las verdades, espero siempre el mismo vino añejado y hasta el final, hasta la última gota, hasta que se acabe el vino y nos quede solo lo que compartimos: nuestra amistad.

Pablo Cingolani
Antaqawa, 14 de mayo de 2019

Imagen: Bernard Buffet

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