Chateando bajo la lluvia

Lorena: Podría contar las gotitas que caen sobre el techo del fondo. 

 Jorge : Dime cómo caen. 

 Lorena: La humedad me brota en la piel, traspasa el piso y se siente el fresco aroma de los árboles. Cuando comienza a llover después de muchos días de calor se siente el olor a tierra sedienta. 

 Jorge : Eso es un poema inconsciente. 

 Lorena: Esta es de las lluvias que más me gustan, intensas pero serenas. El viento aparece y desaparece, cae directo, en línea recta, haciendo caso a la gravedad. 

 Jorge: Mis lluvias más recordadas tienen sabor a tempestad, a ira desatada, al viento ensañándose con los encinos. 

 Lorena: Esas lluvias son parte de mis pesadillas. Anoche justamente tuve ese sueño. El cristal me estallaba cerca y me lastimaba mucho. Lo curioso es que no era en esta casa sino en la de Buenos Aires, cuando era mía. Estaba del mismo color que cuando la dejé y tenía la misma rajadura que se hizo al poner la escalera al techo. 

 Jorge : ¿Y qué sucedió? 

 Lorena: Estaba discutiendo con mi amiga Graciela. Nada bueno. Sentía la sangre recorriéndome la piel y me decían que exageraba. Me levanté y no había luz. Me di un baño de agua fría y se me estrujó el corazón. Eso me hizo reir.