PABLO CINGOLANI -.
Esta es una tierra viejísima donde los dolores se oxidan.
De tanto sucederse, hasta los espantos han callado,
y en la flor de un cactus, si lo buscas, ves
ese no saber de adioses ni desencantos.
Esta es una tierra que se alargó con jinetes, sus marcas,
de abril y sed, lunas en los ojos y en la piel.
Grave la memoria de cada amanecer de molles
sacudidos por los tristes vientos de la historia.
Persisten, se aferran y bastan para entender
una geología del sacrificio y el ardor de estar con sus dioses
y hasta resistir el turismo y los temblores.
Muerde el valle su razón de existir sólo al río.
Sólo al río y a la tenacidad de sus gentes,
que lo embellecen, como si ellos también fueran agua.
Pablo Cingolani
Río Abajo, 3 de abril de 2011
2 Comentarios
Bellísimo soneto.
ResponderEliminarPrecioso.
ResponderEliminarSALUDOS ¡¡