JESÚS CHAMALI -.
Nicolás es un hombre honesto. Trabajaba de auxiliar de maquetación en una empresa de publicidad hasta que la crisis se llevó por delante su empresa, su trabajo, no pudo hacer frente a la hipoteca que firmó con el Banco Santander y también cayó su casa subastada por mucho menos de lo que le debía al banco.
Hace poco recibió una carta del abogado del banco reclamándole la diferencia entre lo que la entidad recibió por la subasta y el saldo pendiente de la deuda, unos 56.000.-€, más los correspondientes intereses de demora, claro, y le advertían además de que, de no abonarlos de inmediato, solicitarían al juez el embargo de todos sus bienes, sueldos, cuentas bancarias y depósitos presentes y futuros según permite el Código Civil español. Aparte de que lo mantendrían en el registro de morosos, lo que le inhabilitaría para obtener jamás ningún otro crédito, sacar una línea de teléfono o financiar una simple lavadora.
Es decir, que se convertiría de facto en un esclavo del banco el resto de su vida.
Nicolás llevaba años escribiendo en un blog. Sus artículos eran de índole variada. Algunos amigos seguían desde el principio sus publicaciones.
Éstas fueron ganando calidad con el tiempo y pasaron de temas casi caseros a comentarios sobre política local, nacional e internacional. Pero no eran artículos sesudos, sino escritos en un estilo ameno y coloquial, como si en vez de estar realizando un análisis sobre una situación y emitiendo una opinión sobre ella, estuviera con el lector en una cafetería o dando un paseo manteniendo una charla de tú a tú con él.
En pocos meses los seguidores de su blog pasaron de poco más de veinte a casi trescientos. Aquello les tenía tan sorprendido a él y a Sofía, su esposa, que en algún momento llegó a sentir un cierto vértigo.
Al quedarse en paro le pudo dedicar más tiempo al blog. Sus análisis eran más serios, más profundos. pero igual de sencillos y amenos para sus seguidores.
Cuando le subastaron la casa, en sus escritos se percibía un trasfondo de rabia, de ira contenida aderezada con unas gotas de amarga resignación. Pero cuando le llegó la carta de los abogados del banco, su ira se desató y sus análisis se hicieron más ácidos, más afilados, igual de certeros, pero suscitaban muchos más comentarios y consiguieron más seguidores, hasta llegar rápidamente a superar a los quinientos.
Un día recibió un e-mail de alguien que se decía seguidor de su blog y que le encantaría conocerlo y tomarse un café con él.
Nicolás lo consultó con su mujer y pensaron que bueno, que después de todo sería agradable conocer en persona a uno de esos seguidores de sus ideas, así que aceptó y quedaron para verse en una cafetería del centro.
Cuando volvió a casa estaba como abducido. No paraba de hablarle a su mujer de lo alucinante que había sido la reunión. Por lo visto a la misma se habían presentado tres personas: dos hombres y una mujer, aunque ésta prácticamente no habló y sólo se limitaba a tomar de notas de vez en cuando.
-Raro, no? -Le preguntó Sofía.
-El caso-siguió él-es que le gustaron tanto mis ideas, mi forma de expresarme y creen que podría encajar en una agrupación de gente como yo, con las mismas inquietudes, y les gustaría contratarme. ¡Un trabajo, Sofía, un trabajo! ¿Te imaginas? Después de casi tres años de buscar y buscar y tropezarme siempre con el mismo muro, ¡ahora -y gracias al blog- me ofrecen un trabajo!
Su mujer notó un cierto titubeo y le preguntó.
-Pero...
-Bueno, claro, como en cualquier trabajo nuevo he de pasar un periodo de formación. He de irme dos meses, a lo sumo tres para que me preparen para el puesto. Me han dicho que un equipo multidisciplinar se encargará de mi para domine las técnicas que preciso para el puesto y que todos estemos contentos con el resultado.
-¿Qué puesto? ¿Para qué te contratan, Nico?
Nicolás se rascó la cabeza con cara de sorpresa.
-Verás Sofía, si te he de ser sincero, aunque les hice la pregunta un par de veces, no fueron muy explícitos en la respuesta, Sólo me dijeron que se trataba de representar a ese grupo de gente que opinaba como yo, que se siente como yo, y que para hacerlo de una manera más adecuada tenían que enseñarme estilismo, un poco de oratoria, algo de esto, un poco más de aquello... Pero lo importante es que me ofrecen un contrato indefinido, Sofía, con un sueldo de 3.000.-€ al mes más incentivos y que además, uno de ellos conoce a los abogados del Banco y me dicen que seguramente pueden convencerlo para que retiren la demanda y nos saquen de la lista de morosidad. ¡Es como empezar a vivir de nuevo, Sofía! No puedo, no podemos, dejar pasar esta oportunidad. Aunque eso signifique que deba dejar de escribir en el blog y estar unos meses lejos de casa.
Sofía lo miraba con tristeza. Se preguntaba cómo era posible que en una sola reunión hubieran podido cambiar a Nico. O si es que ni siquiera fue que su cambio se había producido en esa reunión, si es que ese cambio se había ido produciendo poco a poco, tan lentamente que ella ni siquiera se había dado cuenta de él.
Se preguntó cuándo Nico, su Nico, se había transformado de un hombre bueno en un mero mercenario de la vida. tan desesperado que no se daba cuenta de lo que trataban de hacer con él.
Uno más, pero con más suerte que otros porque a él lo habían considerado más peligroso que el resto ya que era capaz de arrastrar con sus ideas y movilizar tras él a otros muchos que, como él se sentían víctimas de un sistema que los devoraba y luego los escupía como si fueran huesos de aceitunas. Lo que no sabía era cómo ni cuándo se había rendido, cuándo había bajado los brazos, cuándo había renunciado a ser una persona que era un referente y un ejemplo para otras para convertirse en una parcela desierta con un cartel que pone "se vende".
Y eso la llenó de una profunda tristeza.
8 Comentarios
Que gran historia y que bien contada, querido amigo. Pero me dejó con un dejo de tristeza. Nadie está libre, ni siquiera los espíritus libertarios, de caer como nuestro amigo Nicolas en pequeñeces egoístas... los seres humanos somos complejos y tarde o temprano él volverá al redil de las ovejas negras... total queda lucha para rato... un abrazo, amigo.
ResponderEliminarQue gusto volver a leerlo en Plumas!!!
ResponderEliminarSu texto aporta aristas relevantes sobre un tema que ya me había dado que pensar...por lo pronto al terminar la lectura me quedo con desconfianza hacia quienes se les endosa el ser voz de otros a través de medios "virtuales", creo que nadie podría representarme o identificarme en lo que siento o pienso mejor que yo misma...
Saludos
Caroline
Dicen que todos tenemos un precio, aunque estoy seguro que muchos desearíamos no llegar a saber nunca a cuánto asciende el monto de nuestra venta, porque quizás hasta no sea mucho.
ResponderEliminarLa vida es tan dura y las cuentas que tenemos que pagar para que siga sobreviviendo nuestra familia y nosotros mismos y el estatus que tanto nos pesa en el orgullo, son muchas veces suficiente motivo para transar, aún con dolor, con nuestras más profundas convicciones.
Un escrito implacable, señor Chamali.
Un abrazo
José Luis Santander, Santiago de Chile.
Es cierto que todos tenemos un precio Sr Santander. A veces ni siquiera es monetario. A veces quien nos compra es tan hábil que sólo ha de descubrir qué resorte tocar para poner en marcha nuestro ego, en qué parte de la espalda darnos esa palmadita para hacer que de hombres nos sintamos semi dioses en vez de los esclavos en que nos vamos a convertir en realidad. Otras la cantidad como usted dice no justificaría la dignidad de la persona, aunque no nos olvidemos de algo: el hambre es muy fea, y moralizar con las tripas llenas es muy fácil, incluso para mi. Y en otras ocasiones el monto de ese dinero es tanto que la conciencia se convierte en un lejano murmullo. Cada vez más, y más lejano.
ResponderEliminarQueridos amigos Caroline y Claudio, gracias por seguir ahí y por esperarme este tiempo.
Un abrazo a los tres.
No te imaginas cuántos de los que fueron leales colaboradores del Presidente Salvador Allende hoy son auténticos magnates aliados con la misma derecha que confabuló contra el presidente socialista. Y quizás nada habría que criticarles, total son sus vidas, pero con la misma fiebre con que ellos, como dirigentes respetados, encendieron la mecha del rencor en la derecha propietaria, así como alimentaron las expectativas exacerbadas en sus seguidores izquierdistas, ahora propugnan a los cuatro vientos las infinitas bondades del sistema neoliberal. Ellos, afiebrados y ricos, escaparon y vivieron un exilio dorado, mientras la hueste pobre que tanto habían ilusionado era masacrada por la derecha.
ResponderEliminarEsa es la carroña que hoy también se ha convertido en gran propietaria de Chile y América Latina, y asesora en cada punto relevante al actual gobierno empresarial de Sebastián Piñera.
Tu texto es muy claro, Jesús. Hay formas más allá del dinero de que nos compren. Formas que no tienen más que florear nuestro orgullo con adulaciones baratas, orgullo que por un lado es la defensa de nuestra autoafirmación en el mundo, y por otro, es el talón de Aquiles de nuestra máxima idiotez.
Saludos. Es muy grato y enriquecedor volver a leerte en Plumas.
A medida que leí se me vinieron a la mente unos cuantos referentes de buenas causas con voces elocuentes y sensataz que devinieron en más de lo mismo.. Muchas veces esa traición a los ideales para tomar una oportunidad de una mejor vida es a mi criterio entendible y justificable después de todos somos seres humanos y todo lo que pretendemos es ser menos miserables o tocar con la puntita de los dedos la la felicidad que siempre está lejos y es increiblemente huidiza. Cuando me desencanto de algo/alguien me lo recrimino a mí, eso me pasa por haber admirado en exceso y me llamo a la moderación.
ResponderEliminarUn gran, gran placer tenerte de regreso Jesús.
Saludos!
Si hasta el Ché Guevara hoy es un adornador de habitaciones, poleras y gorros.
ResponderEliminarLa cosa es encauzar el descontento hacia un lugar controladito, donde la cosa no se vaya de madres, y mejor aún, que sirva para que todos ganen unas monedas extras.
Sucede en el sindicalismo, en el estudiantado, en el ecologismo y en cada organización que levante banderas de rebelión. Basta tan sólo que le doblen la mano a los que van liderando la situación, comprárselos, adularlos, atraerlos, amaestrarlos hasta el punto exacto en que se vuelvan inofensivos.
Potente historia, amigo Jesús.
Un tremendo abrazo y mi alegría de que estés de regreso.
Poco a poco parecemos ir cambiando, señor Chamali. Lo peor es que al ser arrastrados por esa lentitud es difícil que lleguemos a ser suficientemente conscientes de nuestro cambio.
ResponderEliminarSobrevivir es la consigna y cada uno encuentra su conjunto de pequeños y grandes motivos y formas de perseverar.
Una historia-yunque, de esas que caen sobre nuestras cabezas y nos aplastan o sacuden.
Atentamente
Ash