JORGE MUZAM -.
Y cayó Lugo en Paraguay. Más bien lo tiraron por la borda con artimañas legislativas. Se veía venir. Los terratenientes paraguayos y los hijos putativos de Stroessner no podían permitir que un cura con tufo socialista les aguara la fiesta de tantas décadas. Los golpes de Estado violentos ya no son bien vistos. Sólo tenían que esperar la oportunidad, el agujero legislativo por donde darle el tiro de gracia al presidente.
El lamentable enfrentamiento entre campesinos y policías en Curuguaty, donde murieron 17 personas, se convirtió en la excusa perfecta para defenestrarlo. Por ser el presidente, su responsabilidad era ineludible, aunque él no haya dado la orden directa.
En el juicio del Senado aprovecharon de sacarle todos los trapitos al sol. Cada una de las mínimas ofensas con que la recalcitrante aristocracia paraguaya se había sentido tocada. De esta forma desfilaron ridículos cargos contra Lugo, como la supuesta humillación a las fuerzas armadas y al país por haber permitido la realización de actos con insignias socialistas y del Ché Guevara en dependencias del ejército.
Sólo 4 senadores lo apoyaron y 39 votaron en contra, en un juicio sospechosamente rápido, como si el mantel hubiese estado predispuesto para el festín golpista. Lugo aceptó el veredicto, pero el resto de América Latina no. Argentina, Ecuador, Bolivia, Republica Dominicana y Venezuela no reconocen al nuevo presidente, Federico Franco, y consideran la operación como un claro golpe de Estado.
Tras salir del juicio, Lugo expresó: “Esta noche salgo por la puerta más grande de la patria, salgo por la puerta del corazón de mis compatriotas. Este ciudadano respondió y seguirá respondiendo ayer, ahora y siempre al llamado de los compatriotas más humildes y excluidos y de los que, gozando del buen vivir e incluso de la abundancia, saben que tenemos un deber de solidaridad. Hoy no es Fernando Lugo el que recibe un golpe, sino que es la historia paraguaya, su democracia es la que ha sido herida profundamente”.
Tengo numerosos amigos paraguayos en las redes sociales que frecuento. Ninguno es poderoso. Son trabajadores, estudiantes, profesionales, madres solteras. Nadie festejó la caída de Lugo. Por el contrario, todos estaban tan tristes como enfadados. El obispo de los pobres que les había despertado nuevamente las esperanzas ya no era el presidente. La reacción conservadora había ganado una vez más la partida.
3 Comentarios
Que tristeza más inmensa, eso
ResponderEliminarVergonzoso, Sary. América Latina parece estar en un círculo vicioso. Cada intento de auténtica democratización es abortado con mil artimañas por las viejas y nuevas oligarquías locales.
ResponderEliminarDespués de lo de Honduras y la total inoperancia de las organizaciones internacionales, la restauración conservadora se ha venido articulando con más fuerza. Pronto lo intentarán en Bolivia o Ecuador o Perú o incluso en Argentina.
Cuesta leer el título cuando este golpe tan duro no tiene nada de sutil ni de light. Recuerdo que se solía emplear el último término cuando a estas movidas la "apoyaba" una parte del pueblo, esa parte que siempre está expectante y al acecho porque tienen intereses económicos comprometidos. Sin embargo, que no hayan habido hechos de violencia directamente vinculados para lograr lograr la destitución lo hacen sin duda sutil, peligrosamente orquestada.
ResponderEliminarMuy buen artículo, un abrazo.