Por Pablo Cingolani
A Lucho Revollo,
lo conocí defendiendo a los Tsimane´, en San Borja-Beni.
La oficina a su
cargo estaba haciendo un informe sobre las persistentes violaciones a los
derechos humanos que sufren los hermanos del pueblo Tsimane´, especialmente
aquellos que viven en situación de aislamiento geográfico y en contacto inicial
intermitente con la sociedad nacional.
Nosotros
trabajábamos con el Gran Consejo y con la Confederación Indígena, con la CIDOB.
Veníamos de hacer un relevamiento de la situación entre las comunidades de la
cuenca alta del río Maniqui, y frente a los abusos evidentes, habíamos
comenzado a decomisar motosierras e incautar madera, que llevamos hasta las
oficinas de la Autoridad de Bosques en
San Borja. Uno de los miembros de esa comisión fue Alejandro Cayuba, uno de los
fallecidos en ese maldito accidente en Yolosita, durante la realización de la
IX Marcha Indígena.
Lucho, encabezó un
encuentro donde los directivos del Gran Consejo y otros representantes del
pueblo Tsimane´ se reunieron con todos aquellos que, con sus actividades
económicas ilegales, estaban invadiendo el territorio tsimane´ y por ende,
violando sus derechos.
Era algo inusual ver
juntos, en un mismo espacio, en el salón de reuniones de la sede Tsimane, a los
indígenas –algunos llegados a la cita tras varios días de navegación en canoa- con
madereros, jateteros y oreros, la crema y la nata de los invasores. Los
indígenas dejaron en claro que no querían más ser agredidos, humillados y
avasallados por el motivo que fuere, y que los aludidos no debían ingresar más
en su territorio. Uno de los presentes, del sector de los comerciantes
jatateros, cuya historia de violaciones a los derechos humanos de los Tsimane
tiene más de medio siglo, llegó a decir entre otras barbaridades que si ellos
se iban, los Tsimane´ se morirían de hambre, lo cual originó gritos de rechazo
y condena, encendiendo los ánimos.
Lucho, mantuvo la
calma durante todo el evento, pero cuando le tocó hablar, tras las acusaciones
y los supuestos descargos, fue claro y directo con todos aquellos que creen que
los territorios indígenas están de adorno y que los indígenas son simplemente
carne de explotación, de engaño, de discriminación y de maltrato. Les dijo con
firmeza que la oficina a su cargo respaldaba de manera incondicional la
exigencia de los hermanos Tsimane´ y que si ellos decían que debían abandonar
el territorio, pues debían hacerlo, que si no debería actuar la fuerza pública
en defensa de los derechos de los siempre desprotegidos, y que él mismo haría
las gestiones que correspondiesen.
Ese día, donde se
me mezclaban las experiencias vividas en la selva con el hecho de haberse
logrado convocar a todos los agresores y que estos concurrieran a la reunión de
marras –era irreal verle las caras a todos juntos-, sentí que la Defensoría del
Pueblo servía para algo y que ese señor que la encabezaba en el Beni, era un
hombre cabal, de principios, alguien verdaderamente comprometido en la defensa
de los derechos humanos. Ese hombre era Luis Revollo y me acabo de enterar de
su fallecimiento.
La última vez que
lo vi en persona, fue en marzo de este año, en su oficina en Trinidad. Fue una
reunión cargada de acechanzas y de malos presagios, donde Lucho –con la
confianza que nos teníamos y la nobleza por delante- anticipó un posible
desenlace a su gestión, producto de las circunstancias que son públicas. Ni
modo, ahora es la vida la que impuso un desenlace, pero a su destino. Mis
condolencias a todos sus familiares, y a todos aquellos que lo estimaban,
especialmente sus paisanos del Mamoré.
Lucho Revollo ha
partido. Personalmente, seguiré siempre agradecido por los puntuales y
esclarecidos favores que me hiciste. Por ello, no te olvidaré, hermano. Te
recordaré como lo que fuiste: un defensor de los derechos humanos, un amigo, un
buen tipo. Paz en tu tumba, viejo, aunque duela, aunque entristezca, aunque uno
se sienta más solo.
Pablo Cingolani
Río Abajo, 15 de
agosto de 2012
Imagen: Tsimane´, Bolivia.
3 Comentarios
Personas valientes, honestas y decididas como Lucho Revollo son las que más hacen falta hoy en día.
ResponderEliminarEs lamentable su partida, pero su memoria seguirá muy viva reforzando y envalentonando nuestros pasos venideros.
Un fuerte abrazo, amigo mío.
Qué gran pena se percibe en sus palabras.
ResponderEliminarSaludos y mis respetos.
Sin dudas no le olvidará, la gente querida se queda pegada al corazón por siempre.
ResponderEliminarSu texto es una excelente forma de recordarlo.