¿Hacia una narrativa K?

GONZALO LEÓN -.

Lucha armada, militancia, Plaza de Mayo, crisis del campo, pugna por el poder, unidad básica son términos que en estos últimos meses se han visto aparecer, quizá de la mano a los cambios sociales y políticos que el país ha vivido, en la narrativa argentina, y quienes han puesto esos conceptos en papel han sido mayoritariamente novelistas, cuya edad está en torno a los treinta años. Es así como el relato peronista se ha instalado, pero ya no vinculado a un realismo con línea directa a lo que sucede, sino más bien a un trabajo del lenguaje en donde es la palabra más que la trama la que busca conectarse con los fenómenos políticos del último tiempo y en donde el kirchnerismo y el resurgimiento de la militancia en los jóvenes han tenido mucho que ver.


Primero fue Canción de la desconfianza, de Damián Selci, en donde se abordaba el tema de la militancia y también de la pedagogía: de cómo enseñar y de cómo aprender en un movimiento político. Selci, que no llega aún a los treinta años y que milita en La Cámpora, confesaba hace unos meses en esta misma revista que su novela había surgido a partir de lo que se conoció como el conflicto del campo, en los inicios del primer mandato de Cristina Fernández. Pero como dije, Canción de la desconfianza no es una novela realista que pretende contar la historia del conflicto del campo, sino una novela de ficción, que traslada el conflicto del campo rural hacia el campo cultural. Aquí el elemento político está en un lenguaje que se resiste a la simpleza y al modo tradicional de relatar una historia, esto es el minimalismo tan en boga no sólo en Argentina. Pero además Selci quería que se notara la contraposición de la vida política argentina, y para eso “no podía usar un lenguaje llano porque eso hubiera sido un lenguaje de consenso”.

Con el regreso del relato peronista en la novelística argentina algunos inevitablemente han recordado a Rodolfo Walsh y su Operación Masacre. Uno de los que trabajó sobre él ha sido Sebastián Hernaiz, otro joven, que publicó Rodolfo Walsh no escribió Operación Masacre y otros ensayos, un libro que pone en evidencia los sucesivos prólogos, introducciones, epílogos, apéndices que el escritor argentino asesinado en dictadura le fue agregando a su texto desde 1957 hasta 1994. Para los que lo ignoran, Operación Masacre trata sobre los fusilamientos en un basural de José León Suárez que siguieron al levantamiento militar de 1956. Para Hernaiz, “palabras como justicia, reparación, democracia pero también peronismo, violencia y periodismo cambiarán su sentido radicalmente según el paratexto que las enmarque”. Otra vez las palabras toman al igual que en el caso de Selci otro significado.


Como tal vez los ejemplos son insuficientes, habría que agregar a otro joven que también ha incursionado en esta tendencia. Sebastián Pandolfelli tiene treinta y cinco años y hace poco editó una novela con el sugerente título de Choripán social. Escrita casi al final del gobierno de Néstor Kirchner, cuenta la historia de un líder sindicalista, una especie de Hugo Moyano (líder de la CGT), que se asocia al rey de la soja para llegar al poder; se le opone un líder de una unidad básica peronista que tiene bajo su mando un ejército de pibes chorros. Si bien lo de Pandolfelli es el delirio, el exceso, su novela habla de lo que sucede en Argentina hoy: con Hugo Moyano de opositor al gobierno, casi aliado al empresariado, y con marchas de opositores convergiendo precisamente en Plaza de Mayo, que en Choripán social es escenario de una lucha armada entre sindicalistas y pibes chorros.

Este texto, a diferencia de Canción de la desconfianza, es crítico con el peronismo. Como bien dice en el prólogo Alberto Laiseca, maestro de muchos jóvenes escritores: “El primer peronismo era como la lámpara de Aladino, cada vez que aparecía un déficit, se la frotaba y aparecía el Genio con las manos llenas... Después del ‘55 quedó el mito, que también es un Aladino en sí mismo”. Pandolfelli explica que en esto se basó para estructurar su novela: “El peronismo es un movimiento de masas, ambiguo, trasversal, verticalista, de derecha, de izquierda, de centro, anárquico, y por eso mismo, por su gran capacidad de mutar, es que sobrevive y se hace cada vez más fuerte. Y qué mejor ámbito que el peronismo para contar una historia”.

Ricardo Strafacce es un escritor con más obra que los anteriores, tiene varias novelas publicadas y una biografía de Osvaldo Lamborghini de mil páginas y muy celebrada. Strafacce acaba de publicar El parnaso argentino con la editorial chilena La Calabaza del Diablo. Esta novela arranca con el secuestro de un Presidente argentino en un megaprostíbulo conocido como el parnaso argentino, hasta el que van todos los políticos, los empresarios, a satisfacer sus deseos con niños, mujeres y hombres. Según Strafacce la idea del Parnaso… la tomó de “los restos diurnos de la década del 90 cuando yo y un par de amigos teníamos una imprenta y reinaba el peronismo dicharachero de Carlos Menem”, donde si miraban bien, cualquiera podía ser Presidente. Por eso cree que “llegar a ser Presidente es cosa menor. Mucho más difícil —mucho más riesgoso y disparatado— es llegar a ser escritor”. Para este escritor, que su libro se convierta a futuro en libro de historia le parece perfecto, aunque advierte que el momento actual en que vive Argentina es muy parecido al del Parnaso argentino: “Vivimos en un megaprostíbulo para funcionarios y hombres de negocios. En mi próxima vida voy a ser funcionario”.  

Fuera de bromas, Ricardo Strafacce cree que tanto la novela de Selci como la de Pandolfelli lo hicieron avergonzarse de sus primeros libros, “pese a ello, no encuentro demasiadas afinidades con las poéticas de Selci y Pandolfelli”, ya que, aunque suene paradójico, “cuando escribo una novela no pienso en nada, nunca pienso nada. Y, sobre todo, nunca calculo que la novela remita a algo que esté afuera”. Así y todo saluda la aparición de estas dos novelas.

Otro de los libros que toca este tema es La máscara sarda: el profundo secreto de Perón, de Luisa Valenzuela, quien pese a haber abandonado la novela hace unos años regresó al género con una historia donde relata los verdaderos orígenes del general. Si bien trata de esto más que de peronismo, puede incluirse dentro de esta tendencia. Valenzuela tiene una vasta trayectoria novelística y explicó a La Nación cómo había nacido este libro. Ella se encontraba en Cerdeña con el propósito de investigar para un futuro texto de no ficción sobre máscaras y carnavales, pero “al llegar a la región conocida como la Barbagia di Ollolai, en Mamoiada, pueblo montañoso de unos 2500 habitantes, me esperaba la gran sorpresa: el presidente de una de las dos asociaciones de Mamuthònes e Issohadores, las máscaras más representativas de la isla, me reveló con total seguridad que Juan Domingo Perón había nacido allí. Se trataría de un emigrante sardo de principios del siglo XX que, en el más absoluto secreto, logró convertirse en otro”.

Para el próximo año se espera además la primera novela de Tomás Bartoletti, ex camporista, que aborda las crisis que la última inmigración a la Argentina (japoneses, peruanos, bolivianos) tuvieron que sufrir tanto para el fracaso de la convertibilidad como modelo económico en 2001 como para la crisis del campo en 2008 y que enfrentó a la industria agrícola con el gobierno. Sin duda algo está pasando en el campo cultural argentino y este artículo viene a ser sólo un atisbo de eso.

PANDOLFELLI
“El domingo, apenas empezó a clarear los hombres de Eliseo Grande llegaron a la Plaza de Mayo y armaron cientos de parrillas. Colgaron carteles por todas partes. Una bandera cruzaba desde avenida de Mayo hasta Yrigoyen. Decía: C.H.O.R.I.P.AN.E.R.O.S. Otra sobre la Catedral Metropolitana tenía la sigla del Partido Único de Trabajadores por la Organización Sindical, son un rojo chillón aclamaba: P.U.T.O.S. Cada puesto de chori tenía una foto de Eliseo y la leyenda: ‘Choripán Social, una conquista popular’. El escenario era enorme. Estaba emplazado frente a la Casa Rosada y en el telón de fondo estaba escrito: ‘Para el pueblo, lo que es del Pueblo’”.

STRAFACCE
“Transmitidas desde el amanecer, y retransmitidas durante toda la mañana, por un canal sensacionalista, las impiadosas imágenes de la tv mostraban al Presidente desnudo y maniatado sobre un camastro ruinoso de un cuartucho miserable y oscuro. En vano fue que el ministro del Interior ocupara poco antes del mediodía las instalaciones del canal y secuestrara las cintas; en vano que el secretario de Comunicación insistiera durante todo el día en que el Mandatario se encontraba descansando en el tálamo oficial; en vano, en fin, que el secretario de Imagen Presidencial declarara una y otra vez que no renunciaría, no se suicidaría ni modificaría sus costumbres sexuales a partir del incidente. En vano, sí, porque aunque el canal fue clausurado, secuestradas las cintas y detenidos sus responsables, desde la primera y madrugadora transmisión las imágenes (en las que se divisaba a un López Gavérgola sin otras prendas que una florida gorra de baño y sin otros atributos del mando que los contornos del escudo nacional tatuados en cada uno de sus bien formados —quiera Dios que por métodos naturales y gimnásticos— glúteos) habían sido grabadas por varios oportunistas que ya las comercializaban a precio de oro por toda la ciudad”.


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5 Comentarios

  1. Claudia Bustos14/12/12

    Aguante Cristina.

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  2. Guillermo Lopez14/12/12

    El bien comun...es el que se deberia buscar y no el bien personal como lo hace toda nuestra clase politica sin distincion de partidos politicos....y en el medio estamos nosotros y los jovenes y los ancianos viendo como todo se va a nose donde.........

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  3. Miguel14/12/12

    al escritor de plumas: ese pasado setentista, lleno de componentes heroicos y trágicas planificaciones, no tiene ninguna, pero ninguna relación con el kirchenismo y su militancia rentada, porque la palabra en este último segmento ha sido tan degradada, que se ha convertido en imposición de la mentira.

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  4. Anónimo14/12/12

    Excelente artículo. Saludos.

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  5. Argentina y Chile se parecen tanto. Los prejuicios, el clasismo, la sobrevaloración de lo blanco y la discriminación se los comen vivos.

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