A Guillermo Aguirre
Porque esa nieve que hoy vi tan cerca cuando desperté
No sólo agasajó mis ojos; los colmó de esperanza
Porque lo blanco, por siempre, será lo que no naufraga
Y eso que agita antiguas banderas en el alma
Porque ese agitar me avisa que no estoy muerto
Es que canto, y canto con todos, y canta con vos y para vos, Guillermo
Porque aún la estoy viendo —nieve tan dulce, nieve de agosto, precipitada
Es que la honro, es que la siento, y porque lo albo, como el viento
Enciende porvenires sobre lo sabido —sobre el dolor, sobre la derrota
Resucitando árboles que parecían olvidados pero que sólo no vemos
Porque hay cosas que no me abandonan, gordo: otras que jamás perdonaré
Beso esa nieve del Auqui Kollo que lamió mi rostro, acarició mis pies
También sucede que esta nieve, la nieve de este amanecer
Te recuerda otras nieves, y a uno le da por juntarlas a todas
A esa nieve del Katantika, nieve de cerro guía, nieve-hielo del destino
Nieve-huella que quedó tatuada en mi alma, labrada en mi piel
Nieves vagando por Potosí adentro, que al acosarte, te abrazaban
Nieves como la Nieves Mamani, allá en Achiri, del Urcusuyu, su reina pues
Porque estas nieves son mías, son tuyas, son de todos
Es que las canto sin llorar, y no me despediré jamás de ellas
Habrá nieve en mi tumba el día que yo me muera
Habrá nieve en la memoria, en los caminos y más allá
Porque somos nieve, fuego y nieve
Y puros y en llamas iremos hacia arriba, como se fue San Juan
El compañero San Juan.
No sólo agasajó mis ojos; los colmó de esperanza
Porque lo blanco, por siempre, será lo que no naufraga
Y eso que agita antiguas banderas en el alma
Porque ese agitar me avisa que no estoy muerto
Es que canto, y canto con todos, y canta con vos y para vos, Guillermo
Porque aún la estoy viendo —nieve tan dulce, nieve de agosto, precipitada
Es que la honro, es que la siento, y porque lo albo, como el viento
Enciende porvenires sobre lo sabido —sobre el dolor, sobre la derrota
Resucitando árboles que parecían olvidados pero que sólo no vemos
Porque hay cosas que no me abandonan, gordo: otras que jamás perdonaré
Beso esa nieve del Auqui Kollo que lamió mi rostro, acarició mis pies
También sucede que esta nieve, la nieve de este amanecer
Te recuerda otras nieves, y a uno le da por juntarlas a todas
A esa nieve del Katantika, nieve de cerro guía, nieve-hielo del destino
Nieve-huella que quedó tatuada en mi alma, labrada en mi piel
Nieves vagando por Potosí adentro, que al acosarte, te abrazaban
Nieves como la Nieves Mamani, allá en Achiri, del Urcusuyu, su reina pues
Porque estas nieves son mías, son tuyas, son de todos
Es que las canto sin llorar, y no me despediré jamás de ellas
Habrá nieve en mi tumba el día que yo me muera
Habrá nieve en la memoria, en los caminos y más allá
Porque somos nieve, fuego y nieve
Y puros y en llamas iremos hacia arriba, como se fue San Juan
El compañero San Juan.
3 Comentarios
Las nieves tienden a parecerse, porque es como ver la nada, la nada blanca, el frío cerrojo invernal a la hierba de los venados.
ResponderEliminarBuen poema, querido amigo.
La primera vez que vi nieve quedé ciega del corazón, no daba crédito del espectáculo y no podía expresar lo que sentía y experimentaba.
ResponderEliminarBuen poema
Me gusto. buen poema.
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