El inventario de amoríos de Giorgio Muzami, antropólogo ítalo-lanusense

EDUARDO MOLARO -.

/ Del Atlas Desmemoriado del Partido de Lanús

Nacido en Cosenza, región de Calabria, Giorgio Muzami vivió su adolescencia, sin embargo, en alguna localidad de la región chilena de Biobío.

Hombre de espíritu aventurero, estudió Antropología mitad porque sus padres le pagaban los estudios y no tenía muchas ganas de trabajar, y mitad porque aquello le permitía conocer a muchas personas, sobre todo mujeres.

Nadie supo jamás el motivo de su recale en Lanús. Simplemente llegó un día, se instaló en una casita que le había alquilado su amigo Heráclito D´Exceso y a partir de ese momento fue un lanusense más.

Dicen que lo primero que hizo fue poner un cartel en la puerta de su habitación, que -no sabemos si por confusiones itálicas o etílicas- rezaba:

La vida es una Barca ( Calderón de la Mierda)

Pero antes de anclar en Lanús, Giorgio había recorrido Sudamérica y casi todo el norte argentino. Algunas lenguas maledicentes sospechan que el motivo de su periplo era escapar de la justicia o contrabandear enanos de jardín.

Aunque lo más interesante de esto es que Giorgio indagó como pocos en cuestiones antropológicas empíricas. Dicho de este modo, el enunciado resulta un tanto vago, por ello es mejor citar a Muzami en algunas de su sobrias –y no tanto– apreciaciones sobre su trabajo de campo:

¨Soy un hombre inquieto. Mi tarea no se limita a lo que he leído, sino que soy gustoso de descubrir por mis propios medios la idiosincrasia de cada lugar o persona. Y sobre todo, si se trata de mujeres.
Por eso, si el gran Richard Francis Burton, en sus investigaciones antropológicas en África, se tomó el trabajo de medir las dimensiones fálicas de los nativos masculinos… ¿qué tiene de malicioso que yo haya compilado una serie de datos sobre diámetros, lubricidades y sabores femeninos del norte argentino?¨


Lo malo de Giorgio, en todo caso, era que su ¨colección¨ era demasiado explícita. En ella no sólo compilaba los nombres de las personas muestreadas, sino detalles a veces escatológicos de cómo se obtuvieron las muestras.

Así, por ejemplo, en su decálogo La lluvia dorada, Muzami nos dejaba algunas húmedas impresiones, excesivamente evidentes, sobre las prácticas utilizadas en cada investigación.

Sin embargo, es necesario decirlo, siendo la mujer promedio lanusense muy predispuesta a la hora de los ejercicios venéreos, aquella fama de hombre avezado en cuestiones femeninas le obsequió a Muzami la posibilidad de seguir indagando en las alcobas más deseadas del Partido de Lanús.

Fruto de aquellas investigaciones sobre mujeres lanusenses fue su libro Más putas que las gallinas, cuya mayor repercusión la tuvo en Italia.

Algunos dicen que al éxito de ese libro se debe la última gran inmigración italiana al Partido de Lanús.

Y la fama amatoria de Muzami llegó tan lejos que la más famosa sexóloga lanusense, la licenciada Débora Tutti, lo mencionó en su libro sobre sexo oral a las mujeres Dale, Perro! Limpia bien tu plato!.
Aquí, la cita prometida:

¨Muzami, siendo amigo del afamado Manuel Carisi (precursor del sexo tántrico en Lanús), ha aprendido mucho sobre explorar debidamente los territorios femeninos. Es un hombre dispuesto e idóneo en las lides mencionadas en este libro. Ha inventado la técnica conocida cómo ¨Il cocodrilo¨, que consiste en asomar sus ojos desde el sur de nuestra geografía y mirarnos a la cara mientras practica el extraordinario ejercicio que motiva este informe.


En resumen, Muzami es lo que nosotras llamamos, sin rodeos, un verdadero ´´pocero calificado´´.

Otra que no tuvo empacho en recordarlo en sus memorias fue la famosa bailarina nudista Milagros Bares, con la que Muzami convivió la cifra récord de tres meses bajo un mismo techo.

¨Giorgio siempre fue un hombre generoso. No sólo nunca me celó por mi actividad profesional, sino que supo compartirme con sus amigos y a sus amigos".

Pero en Lanús no todas son buenas noticias. Giorgio debió pasar muchas veces por la comisaría 8va. de Villa Obrera toda vez que algún estómago resfriado lo denunciaba por ¨impudicia e indecencia¨.

Hombre práctico y solidario, Muzami terminó de resolver sabiamente aquellas cuestiones presentándole minas al comisario.

En la actualidad, no encontramos ni la sombra de un rastro que nos diga que Muzami sigue viviendo en Lanús. Muchos aseguran que está huyendo del trágico destino lanusense (que suele configurarse en la patética figura de un marido celoso munido de un revólver calibre 38) y otros dicen que regresó a Chile para incursionar en actividades ilegales como la venta de seguros o el mercado editorial.

Las mujeres consultadas en Lanús sobre el paradero de Muzami nada pudieron testimoniarnos más que un melancólico suspiro, hijo de la nostalgia, de las carencias y de la ineptitud de sus maridos a la hora de beneficiarlas correctamente.

Y en honor a la prédica de nuestro admirado Giorgio Muzami, no nos ha quedado otro remedio que sacrificarnos en nombre de la causa y aplicar las enseñanzas de nuestro antropólogo ítalo-lanusense para desparramar felicidad entre las carentes damas que tanto lo añoran.

Por eso, sepan disculpar, queridos lectores, si nuestro informe queda inconclu…

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