Conmoción de estrellas

PABLO CINGOLANI.-
A Martín Tellechea

Uno alza la mirada hacia la noche estrellada –la noche como esta noche que escribo- y conecta.

Conecta, hacia atrás, hacia lo más atrás que se pueda, y conecta con el primer hombre que sintió lo mismo, que se conmovió igual.

Y uno lo siente a ese hombre, a ese ser, a esa mujer o ese varón, que dirigió su cabeza hacia el techo de la Tierra, y se sacudió tal y como vos te sacudes, ahora, hoy, esta noche.

Y conectas, te conectas, no sólo con el hombre, con su estar, sino con sus sentimientos, con el torrente de sensaciones y emociones que ese mismo hombre experimentó ante tanto milagro de la naturaleza, ante tan prodigioso evento, ante eso que está ahí, imperturbable y eterno, y te emocionas como aquel se emocionó, y te sorprendes, te maravillas, te juras a ti mismo que guardaras todo ese tesoro por siempre, y para siempre, en tu piel y en tu corazón.

Igual que el primero de todos, igual que ese que inició esta larga, larguísima, cadena que llega hasta vos, hasta tus dedos que lo evocan, hasta tu espíritu que se atiza y se vuelve a encender en el fuego inmortal de lo irremediablemente bello, don y virtud de los cielos, eternas estrellas en la noche eterna donde nunca jamás nadie podrá quitarte esa virginal plenitud humana de extasiarte frente a lo absoluto, de saberte amparado por eso mismo.

Lo que durará por siempre, lo que no se va a acabar jamás.

Lo que latirá sin tregua, lo que nos abrazará cuando partamos en su búsqueda.

Conectas, te conectas profundo con ese primer hombre, esa primera mujer, que alzó su rostro para que las estrellas lo bendigan con su luz incesante, y caes en cuenta que a lo que asistes, no es sólo al hecho de refugiarte en un santuario, no es sólo la manera más simple y más honda de penetrarse de divinidad y ahuyentar al desasosiego y lo infausto

Sino que es allí, en ese acto de comunión sincera, en ese abrazo grande, total, con el cosmos, donde toda poesía nació, donde toda música se hizo vida, eco, latido, cauce –y donde toda liberación es posible

Y es esa poesía del mundo y de los hombres que lo habitan, es esa poesía de los hombres que sufren el mundo y a la vez lo aman en su soledad de mundo, su avatar de mundo, su destino de renaceres

Que te sabes vivo, que resistes, que aguantas, que ríes y lloras, pero que no aflojas, no vas a aflojar jamás porque es el corazón el que te guía, son las estrellas, es la poesía.

Allí, descarnado y cruel, entiendes al mundo, tan tierno como cualquier cachorro, tan efímero como el rocío brillando, tan sutil como el vuelo del colibrí, y tan descarnado y cruel como es el mundo, como ha sido el mundo y seguro lo seguirá siendo, pero sabes también que te habita, sabes que tampoco te abandonará si lo incitas y cantas, si te lo bebes de un trago y para siempre, si ese canto, si ese trago vital, no es más que está conmoción de estrellas que me convoca, que nos convocan.

Esa es la gracia, la dureza y la devoción del mundo, por más guerras injustas que padezcamos, por más hambre al que nos condenen, por más genocidio sociocultural que nos acose y nos cerque, por más egoísmo y más mezquindad que nos ronde.

Siempre habrá esperanza, siempre habrá poesía, siempre habrá fe, si alzamos la vista al cielo, a la noche estrellada.

Siempre habrá el que vuelva a dar un paso al frente.

Siempre uno alzará la bandera.

Siempre estaremos juntos.

Hay dioses, no dudas.

Te juro, lo sé, que el primer hombre, el primer poeta de la especie, el más amante y el más guerrero a la vez, sintió lo mismo.

Fue nuestro primer compañero.

Miramos a las estrellas, y como los guerrilleros de Cochuna, del Tucumán cerril y uturunco –los primeros hombres, los primeros que se atrevieron, la misma audacia, las mismas cuevas

Con todos soñamos

Con ellos, siempre con ellos

Nosotros y ellos

Poetas errantes de las piedras

Poetas náufragos de las estrellas.

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1 Comentarios

  1. Anónimo21/9/15

    un texto astral y austral; los horizontes de Cingolani son inmensos, profundos como los ríos profundos de los Andes, inalcanzables como las estrellas

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