CLAUDIO FERRUFINO-COQUEUGNIOT -.
Las hileras de ladrillos viajan como trenes fantásticos, azorados en la tempestad. Lo doméstico de la mañana es plácido: barrer el piso, embadurnarlo con cera, activa mis brazos, sangres que van del cerebro al cielo.
Tu cama me oferta sus labios. Engullirla así, sola, no me pertenece. Tu cama no es cama sin piernas ni cabellera.
Alrededor, los muebles semejan un carnaval, un tiovivo. No podría, jamás podría, calzar anteojos grises y mirar tu órbita con el apagado lente de la melancolía. De un maravilloso borde de genio arrojo semillas de luz sobre tu rostro y el piso brilla bañado de ti. Y en la noche, cuando dicen que la vista tiene dones superfluos, escojo... como si fuese mediodía un lugar para besarte. Desbrozo los matorrales; la manta tendida de nuestra piel nos sirve humeante comida para proseguir...
(en la mañana, luego de lavar los platos)
Publicado en NISPA-NINKU, 15/05/1986
Imagen: Dora Maar por Man Ray
1 Comentarios
Desde lo cotidiano se sueña lo inmenso, lo infinito y eterno.
ResponderEliminarMuy bueno, querido amigo.