ENCARNA MORÍN -.
- Estoy calculando la altura, el impacto que tendría mi cuerpo contra el asfalto una vez me atreva a dar el paso.
- ¿Pero te has vuelto loca? ¿Y piensas dejarme aquí tirada?
-No… es que no me atrevo a pedirle a nadie que me acompañe en este viaje.
-¿Hay algo nuevo bajo el sol? ¿Qué ha ocurrido esta vez? ¿Has vuelto a revisarle el teléfono?
-No, en esta ocasión es otra historia. Ahora ella me manda a diario los mensajes a mí. ¡Y esto es mucho más de lo que puedo soportar!
- Pero vamos a empezar, porque te bajas de ahí y hablamos en el suelo sin dar berridos. Baja de una vez. Lo siento, yo no puedo acompañarte en este viaje, aunque también estoy un poco hasta el moño de todo. Si quieres esperarme cuatro años… entonces hablamos.
- ¿Y por qué cuatro años? Mi angustia es actual…
- Mi hipoteca expira en cuatro años, y no voy a dejar a mi hijo con un problema. Baja, y lo discutimos tranquilamente. ¡Baja de ahí de una vez! No hemos hecho tanto camino juntas para que ahora decidas suicidarte sin contar conmigo.
-No, si en realidad solo estaba haciendo un estudio del terreno. Precisamente hoy no me pensaba lanzar. Además me habría despedido antes de ti, Thelma.
-¿Thelma? Ahora sí creo que vas en serio, amiga. Baja y charlamos.
-Vale, voy bajando. Dame unos minutos que ya casi llego.
- Cuéntame…
- Nada nuevo en realidad. Ya te he hablado mil veces de ella: la otra, la amante, la que supuestamente ya no está aunque coexistimos en esta relación durante cuatro largos años. Sabes que he querido pensar que ya no existe, pero está cada día en mi pensamiento, me he vuelto obsesiva. La siento, la percibo, la busco. Voy cada mañana mirar su estado de Whatsapp. Y siempre hay un mensaje dirigido a mí. No sé cómo fue que entré en este juego, pero el día que escribió que iba a pasar una íntima velada con él, yo subí una fotografía de nosotros dos muy acaramelados. Luego ella colgó la foto de su brazo con el nombre de él tatuado. Y ahí empezó la pugna que cada vez sube de tono. Ella porque no tiene nada que perder, yo porque perdí todo hace tiempo.
- ¿Y no me habías dicho que pensabas pasar esta página de tu vida haciendo borrón y cuenta nueva?
-Sí, eso te dije… pero esta vez he mentido. El intercambio de frases es cada vez más subido de tono. Ella me llama gorda, vieja, frígida...y yo voy cada mañana a ver sus insultos como una estúpida corderita. Y lo peor…no tendrá nada que perder, pero ha logrado minar mi moral, mi autoestima, mi sentido de la honestidad, mi confianza en él (la poca que me quedaba). Ella no perdona que yo haya ganado este pulso. Ahora va a por mí. Y creo que he estado a punto de caer en su trampa. Mientras estaba ahí arriba en la torre, recordaba su último mensaje que era una fotografía con dos relojes y la frase a pie que decía “Tiempo al tiempo”, así que he pensado que llegó mi tiempo. Y por eso pensé en salir volando. A la mierda todo.
- ¿Y nuestros planes de viajar por el mundo? ¿Renunciaste a ellos por un trozo de orgullo herido?
-No, de hecho no he optado por hacer este vuelo en solitario. Ya sé que hemos proyectado ser unas viejitas alegres, en un futuro… pero esta mujer despierta en mí una pasión incontrolada. Y él… es un hipócrita. Finge no saber nada, fiel a su papel de picaflor las ve venir y le da igual. Por eso me he dicho que tal si salgo volando por la torre, mañana se entera por los polis (ya sé que estas noticias no salen en la prensa). He pensado que en este juego que mantengo con ella sería una apuesta a todo o nada.
- Y ahora que ya sabes cómo corre el viento allá arriba, Louise... ¿Qué te parece si intentamos recuperar aquellas valientes mujeres que hemos sido y que están escondidas tras una trampa engañosa de miedo a la soledad? ¿Recuerdas aquel camarero que dijo una vez a su compañero que los dos cafés eran para las mujeres solas? ¡Cuántos nos reímos en aquella ocasión! ¿Cómo que solas si estábamos las dos?
- No estamos solas… estamos unidas, con los pies bien puestos en el suelo. No vamos a darle a nadie el poder de hacer que nos sintamos mal. Prometo borrar ese contacto. Eso es más fácil que salir volando y darme un tortazo contra el suelo. Dolería mucho, sin duda…
-Emprendamos el vuelo para ser las auténticas dueñas de nuestras vidas. En cualquier circunstancia siempre nos van a juzgar por algo. La de veces que hemos pensado que nos moriríamos sin algún hombre para comprobar, pasado el tiempo, que apenas queda de todo aquel drama un vago recuerdo volando en el viento. Nadie se muere de desamor y no vayas a romper la estadística tirándote por esa torre.
- ¡¡Jajajaja!! Menos mal que no estamos solas.
Fotografía: Kristhóval Tacoronte
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