GONZALO LEÓN -.
Aquí, en esta supuesta foto Alberto Nisman con su supuesta novia en lo que parece ser un balneario. |
Esta sobreabundancia de chisme y rumor también se ve en el periodismo político y en el judicial. Sin ir más lejos, el caso sobre la muerte del fiscal Alberto Nisman ha sido una fuente abundante de chismes y rumores. Y las redes sociales han abierto las llaves (acá canillas) de ese constante fluir que ha señalado al fiscal como gay, como asesinado por un sicario, como un pelele de un ex agente de inteligencia, como agente del Mossad, como agente de la CIA, como suicida (al darse cuenta de que su denuncia contra la Presidenta no tenía sustento legal), como no ser él quien redactó la denuncia, como alguien a quien la comunidad judía nunca quiso, como alguien a quien la comunidad judía siempre quiso. Se ha dicho de todo en el caso de la muerte de este fiscal, por lo que el público lleva ya expectante dos meses. Los medios, lejos de separar la paja del trigo, han ido fomentando estas especulaciones, dependiendo de cómo se alinean con el gobierno. Si el medio es opositor, se da a entender la responsabilidad del gobierno; si es afín al gobierno, se da a entender la responsabilidad del propio fiscal y del entorno en el que estaba metido, ya que para hacer su labor, esto es investigar el atentado terrorista contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), tenía que vincularse a servicios de inteligencia del mundo.
La supuesta novia sería amiga de la supuesta novia del jugador de River Matías Kranevitter. Como ven, el chisme y el rumor dan para todo, incluso para hablar del bajo rendimiento de River. |
¿Pero por qué aquí el chisme ha sido terreno fértil? Edgardo Cozarinsky en el ensayo que da inicio alMuseo del chisme da una posible respuesta: “El chisme es, ante todo, relato transmitido. Se cuenta algo de alguien y ese relato se transmite porque es excepcional el alguien o el algo: puede concebirse que se cuente una trivialidad de un alguien prestigioso, o un algo insólito de un sujeto oscuro”. En el caso del fiscal se da que era quien investigaba una causa importante, no era él prestigioso –por más que se haya intentado levantar una imagen así–, sino más bien era un sujeto oscuro a quien le ocurrió algo insólito: la muerte a un día de ir a exponer en el Congreso, ¡y en su hiperseguro departamento del barrio más seguro de Buenos Aires! Eso en sí, de acuerdo a Cozarinsky, es un chisme, lo que abonó todos los chismes posteriores, vinculados a su muerte y a su modo de vida.
Hubo algunos programas de actualidad política de ciertos canales de TV que desde un inicio se preguntaban retóricamente: ¿Sabremos algún día lo que sucedió realmente con el fiscal? Cuando hacían esa pregunta, yo me decía cómo podían poner “algún día” (futuro incierto) en una misma oración con “sucedió realmente” (que es poner en duda lo que sucedió). Esta incertidumbre, sembrada, reitero, desde el primer día, abonaba aún más la propagación de los chismes.
Sin embargo no sólo aparecieron chismes, sino también rumores, que tienen, por cierto, otra escala: un tono menor y más inocente.
El artista danés Olafur Eliasson plantea que el rumor es muy importante en sus instalaciones, como Green river, que se trata de teñir de verde un río de una ciudad y ver el impacto de la gente que se relaciona en su cotidianeidad con él. Como la obra no es anunciada y a veces no hay tiempo para que la gente se percate de lo que está sucediendo, el rumor, lo que se dice de ella (antes o después), ha pasado a ser un relato que sostiene a Green river, porque hace que para muchos exista sin necesidad de haberla visto. Eliasson cree que el rumor se da “donde ya no hay intercambios entre las distintas capas sociales, entre los grupos y los lugares donde deberían confluir distintos intereses sociales”. Es decir, a falta de comunicación, bueno es el rumor: el famoso “se dice”. En el caso de la muerte de Nisman el rumor ha provenido de personajes que no pueden o no deberían hablar públicamente: fiscales y jueces que no tienen que ver con el caso, abogados defensores o querellantes, testigos de procedimiento y también agentes o ex agentes de inteligencia. El problema es que la muerte del fiscal Alberto Nisman no es una obra de arte, por más que algunos quieran ver en ella este carácter.
Así las cosas, la pregunta retórica que lanzaban algunos programas de actualidad política –¿Sabremos algún día lo que sucedió realmente con el fiscal?– se está volviendo una profecía autocumplida. Lo curioso es que esos mismos programas se sorprenden de la oscuridad del caso.
Publicado en revista Punto Final y en el blog del autor (18/03/2015)
Publicado en revista Punto Final y en el blog del autor (18/03/2015)
1 Comentarios
Es una vergüenza ver cómo gran parte de la sociedad argentina se comió como tema de prioridad diaria la muerte de Nisman. Es un asunto grave pero lejos está de ser lo prioritario, que hoy lo sea es parte de la manipulación mediática.
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