CLAUDIO FERRUFINO-COQUEUGNIOT -.
Un policía asoma la cabeza para ver si me ahorqué. Me escondo en el sueño que me libera de las prisiones.
Luz roja, traje azul y zapatillas de detenido. Me cubre una corta frazada. El resto pertenece a la noche, con su luz roja que da a la carne color de puta.
Desayuno: leche, dos huevos fritos, un pan, una manzana. Los trae un preso mejicano, condenado a barrer las oficinas por cinco años y a dormir en ellas sin sol.
Pongo mis ojos en la pared a ver si Emily está. Pero la piedra me desconoce. Me acuesto; leo los viajes de Marco Polo que me prestó otro detenido, y me pongo a viajar en esta gris geografía de mi celda donde las únicas perlas que brillan son mis ojos de lágrimas.
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Publicado en Primera Antología-Prosa, Unión Nacional de Poetas y Escritores de Bolivia, 1994
Imagen: Giovanni Battista Piranesi, 1750
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