ENCARNA MORÍN-.
-Mamá, me gustaría tener un
perrito ¿podemos adoptar uno en el Albergue?
-Sí, claro que si - confieso que
dije estas palabras sin calibrarlas demasiado. Más impulsada por la idea de que
el chico necesitaba en ese momento un apoyo emocional, que por creer en verdad
que en nuestra casa hacía falta un perro.-
Una vez adoptamos a Tina, una
gatita negra muy domesticada que se metía en todos los cajones sigilosamente.
No molestaba en absoluto e interactuaba con nosotros de tal manera, que
llegamos a decir en varias ocasiones que solo le faltaba ladrar. El día que
murió lloramos a moco tendido. Aún es el momento en que nos parece que saldrá
de algunos de sus escondites.
Llegamos aquella tarde a la
perrera, y una lluvia de ladridos de todo tipo nos recibió. Primero vimos a los
cachorritos, preciosos todos ellos. Luego pasamos a las jaulas grandes donde
estaban los muchos perros que acoge el Albergue Bañaderos, agrupados por sexo y
tamaño.
En la primera, la jaula de los
perros grandes hembras, estaba Lili al fondo y en cuanto nos divisó, se acercó
al chico buscando una caricia. Algo percibió que no se quiso mover de nuestro
lado, aún con los barrotes de por medio.
-Hay perros muy bonitos por ahí
arriba, miren las otras jaulas- nos apuntó una voluntaria desde el otro lado
del pasillo.-
Pero no miramos más jaulas, la
elección estaba hecha, aunque a mí me parecía muy grandota, no fui capaz de
oponerme a la rotunda decisión de Fernando. Los siguientes trámites
consistieron en comprobar su ficha. No había datos sobre su procedencia ni
tampoco tenía chip identificativo. Solamente constaba que la pastora belga
mestiza, había sido recogida en la calle, y posteriormente trasladada al
albergue por el camión municipal del Ayuntamiento de Santa Lucía de Tirajana.
La trajimos a casa unos días más
tarde, aún convaleciente de su operación para esterilizarla que es una de las
condiciones de adopción. No pudimos bañarla por los puntos de sutura, olía a
perrera, que es un olor muy peculiar. La limpiamos con toallitas húmedas, le pusimos
desodorante de perros, pero seguía apestando. Dicen que el amor es ciego, pero
en este caso además padece de anosmia (no tiene olfato), así que pese a su
olor, nos parecía hermosa. Pasó una primera noche muy inquieta, hasta que nos
tuvo a todos controlados.
Una vez el proceso de adaptación
culminó y pudimos hacer una vida organizada, Lili se adaptó a nuestro ritmo y
nosotros al suyo. Damos largos paseos por el barrio y saludamos a la gente que
se nos acerca, que es mucha.
Lo habitual es que a primera hora
de la mañana, nada más bajar a la calle nos salude Yaiza. Es joven y guapa y se
encarga de barrer y limpiar las aceras junto con una cuadrilla. Me pregunto cómo puede estar siempre de tan
buen humor alguien que ha debido levantarse a las cinco o seis de la mañana. El verde fosforescente de su uniforme es la primera imagen amable del día.
-¡Buenos días princesa! -Y le
planta dos besos en su hocico, mientas le susurra palabras cariñosas y la Lili
se derrite.-
Dependiendo de la hora podemos
encontrarnos con diversos personajes del paisaje urbano en el que estamos
inmersos y del que formamos parte.
La persona más “curiosa” que
hemos conocido Lili y yo, me saludó una mañana mientras ella estaba tirando de
su arnés para ir a jugar con otro perrito del parque. El hombre, que se dirigía
a su coche, me habló con un marcado y evidente acento canario.
-Qué bonito el perro. Yo también
tengo un Malinois. Estos perros son muy buenos y muy protectores. Vivo en una
casa con terreno y allí él corre mucho. Antes tenía muchos animales, hasta dos
caballos llegué a tener. Pero los he ido quitando poco a poco, ahora que mi hijo
se ha ido a trabajar a Europa, solo tengo seis ovejas. Las alimento muy bien y
cuando tienen veinte kilos más o menos me las como y es carne de primera
calidad. Pero mi mujer quiere vender la casa. Vamos a ir dos o tres meses a
Israel, y si nos va bien, nos quedaremos allí.
-¿Y por qué a Israel? -le
pregunté curiosa mientras Lili tiraba de mí para ir a jugar-
-Porque somos judíos y todos
nosotros aspiramos a ir a nuestra tierra.
Hemos nacido aquí y en otros lugares porque estamos dispersos por el
mundo, pero Dios nos prometió que
volveríamos a lugar de nuestros antepasados. Hemos ganado siete guerras con su ayuda.-
Era muy vehemente en su discurso, del cual recuerdo poco, es una pena.-
-Con la ayuda de Dios y de los
americanos.- Le dije por añadir algo.-
El señor siguió hablando de forma
efusiva, mencionando incluso citas completas de los libros sagrados, muy creyente de sus ideas. Luego caí en la cuenta de que pese a
su acento, era de piel muy blanca y de ojos claros. Nunca pensé que hablaría alguna
vez con un sionista auténtico en español de Castilla y con acento canario.
Parecía una buena persona, muy aferrado a sus creencias. Qué pena que las
creencias a menudo dividan a la gente y les lleve a justificar la violencia.
Otra obsesión de Lili es subirse
a los coches. Bajarse es otro cantar. Suponemos que la bajaron de un coche al
abandonarla. Hace una semana, unos jóvenes policías nacionales la saludaron
desde su furgoneta aparcada. Ella tardó dos minutos en meterse dentro.
Despierta amor, mucho amor…
precisamente por eso ha dejado de ser una carga para convertirse en un miembro
de la familia. Todas las personas que escuchan su historia dicen la misma
frase.
-¿Pero cómo alguien puede abandonar
a un animalito como este?
Yo a veces prefiero pensar que se
perdió, o que su dueño falleció. No se lanza a la comida, tampoco se sube a las
camas ni roba cosas de la mesa. Incluso, se para en los pasos de cebra cuando
vamos a cruzar la calle. Si alguien en la casa pronuncia la palabra “vamos”,
ella se coloca rápidamente en la puerta preparada para salir.
Aquel día en el albergue, aún no
se llamaba Lili, ni tenía historia, tampoco era un ejemplar codiciado, dado su
gran tamaño. Era anónima hasta que ella misma reparó en su actual dueño al que
se entregó de forma incondicional, enseñándonos a todos una gran lección de
humanidad y es que quien siembra amor lo recibe a raudales. Ella lo multiplica
por mil, es la princesa de la calle como dice Yaiza y la reina de nuestro
hogar, que sin su presencia, estaría
incompleto.
5 Comentarios
Desde aquí le enviamos un fuerte abrazo a la hermosa Lili y otro para ti por compartirnos esta historia de tan nobles sentimientos.
ResponderEliminarAbrazos, querida Encarna.
Que linda historia. Gracias por compartirla
ResponderEliminarMe encanta. Es una narración sencilla, clara, invita a ser leida con pausa y no perder una sola palabra. La historia de Lili es la misma de miles de perritos que son abandonados y llegan con ansiedad y mucho miedo a Bañaderos. No todos tienen la buena suerte que ha tenido ella: encontró un hogar y recibe amor, en pocos días se convirtió en un miembro más de la familia. Eso es muy importante. El compromiso de Fernando se ve premiado con el cariño que ella le brinda. Y la mamá . . . feliz viendo sonreir a su hijo. Es una bella historia, real e importante. Felicitaciones. Chabela
ResponderEliminarUna historia sencilla, tierna y conmovedora. Me encantò!
ResponderEliminarEl amor a los animalitos es universal. Adore tu relato. Saludos
ResponderEliminar