Miguel Sánchez-Ostiz
En unas semanas este libro de poemas estará en la calle o en las librerías, o en ambos lugares a ser posible. Su título hace referencia a la leyenda de un reloj de sol que se encuentra en una casa particular de la localidad bajonavarra de Ainhoa. Un amigo, ya fallecido, me la tradujo hace años por «Corren veloces, pero aquí se detienen». Una invitación a vivir el presente allí donde está, en la casa que creía era la de la vida hasta darme cuenta de que eso es para mí un espejismo: No existe tal lugar. Eso fue hace veinte años porque este libro reúne poemas escritos entre 1995 y 1999, y todos en Gorritxenea, la casa del valle de Baztan en la que vivía por entonces.
El libro, se publicó junto a otros ya editados en La marca del cuadrante, del año 2000, libro en el que reuní mi poesía editada hasta entonces junto con algunos títulos inéditos. Este fue uno de ellos. Es por eso que es como si se publicara por primera vez porque quedó, me temo, oscurecido por otros libros, y olvidado, cuando era el que más me gustaba de los reunidos, el que mejor expresaba mi sentimiento de arraigo y desarraigo, de rebelión frente a las leyes de las tribus y mi duda de haber encontrado o no mi lugar en el mundo, algo que alienta también mi reciente Fingimientos y desarraigos (2017) y que venía de lejos, pero que se resuelve en un decidido encomio de la errancia.
Prepararlo para su edición ahora, en circunstancias vitales bien distintas a las de aquellos años, ha sido un viaje a aquella época, a sus vaivenes, gozos y zozobras, a aquel mundo fronterizo, de idas y venidas a San Juan de Luz, a la ciudad de los porches cepo, a aquella casa ruinosa que olía a humo, a la brutalidad de las cuadrillas fronterizas, al valor de la amistad... un viaje. «No hay regreso feliz, ni siquiera en el recuerdo», escribía yo hace cuarenta años. No estoy tan seguro.
*Publicado en el blog del autor, Vivir de buena gana, el 20/6/2018
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