Encarna Morin
“La bajeza humana se suele ensañar con las personas de alma pura”
(Jorge Muzam)
Le cuesta mirar el sol cada mañana con optimismo y sensación de descanso. Tuvo en su momento ganas de salir corriendo dando gritos pregonando una injusticia cometida con su persona. De atarse con una cadena y no moverse del sitio como forma de protesta. Se ausentó de su cuerpo y de su alma y viajó al vacío pensando en el dolor que apenas le dejaba vivir en paz consigo misma. Su gran error fue olvidarse de sus valores como persona y darle a alguien el poder de hacerle sentir tan dolorida.
Un texto denuncia de cinco personas, remitido de forma fría y distante por la inspectora solicitando una respuesta por escrito a un conjunto de incongruencias cargadas de maldad hacia su gestión directiva y función docente, atravesó su cuerpo como una fría puñalada trapera hasta alcanzar el fondo de su alma, rompiéndola en mil pedazos.
De pronto, sus ganas de vivir, sus esperanzas y su entusiasmo por la vida y por el trabajo se derrumbaron y echaron por tierra la labor de más de ocho lustros y de una vocación que databa desde niña cuando ejercía de maestra en el juego de “la escuelita” con sus amigas. Siempre le gustó la docencia como algo natural y en eso tuvo mucho que ver doña Melitona, su primera maestra, con la que aprendió a disfrutar de la lectura y de muchas cosas más que le dieron buena base para su trayectoria escolar.
Con 20 años tenía su título de maestra y desde su primera clase nunca dejó de tratar a sus alumnos con el afecto que le gustaría que alguien tratara a sus hijos (ahora sería a sus nietos). Siempre contó con el apoyo de las familias, los compañeros y los gestores de la Consejería. Además del maravilloso regalo que son los abrazos que cada día recibe de forma espontánea de los niños y niñas del colegio.
Uno de los veranos en la casita de la playa situada frente a las salinas de Ventura y en cuya base rompían las olas, con apenas catorce años, le propusieron dar unas clases particulares a unas niñas de un colegio privado de la capital de Lanzarote. Dijo que si, sin más, y al terminar el estío la madre de las niñas quiso darle un dinero que ella no quiso recoger dado que no lo consideraba un trabajo, pero terminó aceptándolo ante la insistencia de la familia.
Su mejor recuerdo de la etapa de bachillerato tiene su entorno en Gran Canaria, donde tuvo que venirse a vivir con la familia y dejar a la abuelita en Lanzarote ya que necesitaba un lugar donde poder realizar el bachillerato Recuerdos importantes de aquella etapa fueron algunos docentes que impartían bien la historia y la literatura, sus asignaturas favoritas. Un privilegio fue contar con Eugenio Padorno el docente y escritor con el que descubrió en nuevo mundo de la floreciente literatura hispanoamericana. Con quince años pudo leer Rayuela, Cien años de Soledad, Ulises de Joyce e incluso conocer y valorar a un gran porta canario de la isla de la Gomera: Pedro García Cabrera.
Tras casi treinta años ejerciendo de directora de centros públicos. Jamás se tropezó con tremendo golpetazo. Un texto de apenas hoja y media cargado de blasfemias, mentiras, descalificaciones e insultos, cuestionaba una gestión muy valorada por la comunidad educativa y el entorno del barrio, incluso públicamente con una propuesta para las distinciones Viera y Clavijo el curso anterior, lo cual supuso un gran regalo inesperado.
Se siente mal y cargada de dolor, duerme, sueña y se despierta cada mañana pensando en el colegio y en todos los pasos a dar para sea un lugar apacible, sereno, motivador e innovador. Hace las gestiones necesarias para que la innovación, la democracia, el afecto, la gestión compartida y el buen ambiente no desaparezcan del colegio nunca jamás.
¿Qué hay detrás de todo esto? Se pregunta ella constantemente cuando siente dolor y amargura, no solo con las autoras del escrito sino con las inspectora que se ha convertido es una especie de fiscal de algún delito, aún a sabiendas de que todo eso es falso.
No deja de tener presente la frase “Las personas somos buenas por naturaleza, no hay gente mala, sino gente buena que actúa mal”, que escuchó en el taller impartido años atrás en Euskadi por Harvey Jackins, autor del libro “El lado humano de los seres humanos”.
Recuerda que Harvey insistía en denotar que todos nacemos llenos de grandes capacidades, que el desahogo es un proceso curativo y que si conseguimos escucharnos unos a otros de forma correcta podemos encontrar solución a los problemas del tipo que sean.
Y de pronto, las aguas vuelven a su cauce. Un grupo de vecinos y familias del centro, al enterarse de dicho incidente inician una recogida de firmas, durante las fiestas del barrio, valorando de forma explícita la labor y el afecto demostrado por su directora, más allá de la estricta labor docente. Más de setecientas firmas fueron entregadas a la Administración educativa.
Todo ello, unido al apoyo recibido por la Consejera de educación tras su visita al centro,en el que valoró mucho la gestión innovadora llevada en el mismo así como el ambiente en el que se imparte la docencia. También se ha manifestado reiteradamente el apoyo del director territorial a buena gestión del centro educativo.
En su despacho rememora a Julian Weiglas: “En educación no debemos entrar en competitividad, hay tanto por hacer que hay espacio para todos” “Si queremos vivir en un mundo más justo debemos apostar por un cambio positivo del sistema educativo”.
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