Tsundoku / Vivir de buena gana


Miguel Sánchez-Ostiz

Leo un artículo en la vanguardia sobre el tsundoku: «el arte de acumular libros por placer». El artículo es uno de esos sacos de humo medio veraniegos que se refieren a una de las muchas vacuidades culturales que circulan por las redes y las páginas de los periódicos como una gran cosa. Vuelve el burgués gentilhombre que un día descubre que habla en prosa.

El tsundoku se puede traducir popularmente como “bibliomanía”. Este concepto describe la sensación de tener un hogar con libros apilados por el simple placer de verlos. La palabra viene de los términos de la jerga popular japonesa tsunde-oku, que quiere decirapilar cosaspara luego y marcharse, y dokusho, que significa leer libros.

Llevo toda la vida acumulando libros. Habré leído mucho, pero muchos otros fue más el placer de adquirirlos, de viejo o de nuevo, que su lectura pospuesta o abandonada. A ratos me da por pensar que su sentido es no haber tenido libros de joven, ni mucha oportunidad de adquirirlos, y haber padecido no la censura que también, sino el odio al libro como objeto de pecado, algo que ensombrecía la vida o así lo veía yo. Creo que nunca he conseguido ordenarlos. y he dado esa tarea por imposible. Están en una o en dos filas, apilados en el suelo, metidos en cajas que van de un lado a otro. Alguna vez me los han robado, algo que, me acuerdo, le hizo una gracia loca a Kepita Salanueva, pintorzuelo de cámara y gurú de patanes, y al Viruta, abogado marrón de corruptos sin tacha. Durante años, viviendo en Baztan, remitió algo esa manía de acumular libros porque no había de dónde sacarlos. Con la vuelta a la ciudad, han regresado los libros.

Alberto Manguel, en «Mientras embalo mi biblioteca», habla del consuelo que procura el estar rodeado de libros y de objetos. Tal vez sea eso, un consuelo, porque de ordinario, cuando estoy en mi cuarto de trabajo, hecho antro y biblioteca acumulativa, me siento seguro, como si estuviera en una madriguera escondida, a salvo.

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Publicado originalmente en el blog del autor, Vivir de buena gana (8/8/2018)

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