Molestias del trato humano

Miguel Sánchez-Ostiz

Hay relaciones tóxicas que funcionan en una sola dirección y a las que nunca encontrarás explicación, como si molestaras o estuvieras de más y sobre todo como si no compartieras, las leyes de la tribu, los santo y seña sus contraseñas… algo más que un intercambio de pareceres, una visión de la existencia, no como milicia, que decía el santo Job y la mala gente con él, y que me repugna, sino como fronda permanentemente alzada, con sus leyes cerriles de obligado cumplimiento, contra todo y contra nada, puro gusto de la derrota constitutiva… que me repugna todavía más. La única vida como servidumbre que me resulta simpática es la que propugna Robert Louis Stevenson. Vivir en comando, en célula, en cuadrilla, en peña… qué horror.

Ser o no del gusto de un sanedrín de estos cuyos asesores áulicos provienen de los conventos más siniestros del franquismo es muy duro, por no decir imposible. La franqueza, la empatía, quedan excluidas. Es más lo que en el fondo os separa, que lo que os une, demasiado. El engrudo es el reparo que es preciso adivinar, la crítica cicatera, la mezquindad en la expresión de sentimientos elementales, la elusión de la palabra amable como una frivolidad.

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Publicado originalmente en el blog del autor, Vivir de buena gana (13/8/2018)
Imagen: Henri Riviere

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