Celebraciones


Fuera, todo parece implorar sin realizarse,
sin ser redimido.
Herzog: Conquista de lo inútil.



1. (El colibrí y el gato)

Fuera, la mañana esplenda.

Fuera, un colibrí gigante aletea con brío mientras Limón, el gato, lo mira, colgado en el vacío.


El ave, tan grande como mi mano abierta, es tan irreal que alucina.

Pero, a la vez, irradia tanta fuerza y es tan real –estaba ahí, a escasos metros de mis ojos- que uno siente no sólo su majestad alada sino otras presencias que vuelven de otros azares, de otras huellas, de otras vidas.


El gato se queda electrizado: no sabe cómo volar, no sabe cómo volverse pájaro, pero yo sé, lo siento: quisiera hacerlo.

Y yo también.


Dos, tres segundos dura la escena.

Dos, tres segundos, unas palabras, estas palabras, un día, una vida entera, si lo deseas, para celebrarla.


La belleza de lo efímero: en su celebración, quizás la redención nos espere, nos ampare, nos inspire, nos guíe.


2. (Serranías de Aruntaya)

Yo estoy aquí extasiado con tus verdores que sólo me procuran sueños, sueños tan verdes como tus laderas, sueños que humedecen mis ojos y tus punas, sueños que se parecen a ti y también a mi

Es que, Aruntaya, ya he bebido de tus esplendores, me he perdido por tus senderos, tus brazos mágicos me alzaron y me condujeron hasta tus apachetas: he compartido tus piedras y tus cielos

Yo estoy aquí sintiéndote en cada palabra que anoto, celebrándote con gozo porque sé que me oyes, Aruntaya, en tu habitarme, en tu ampararme, en tu latir eterno.


3. (A la arena)

Tu cavabas en mi ser cada paso del camino y yo te bendecía porque sabía que, de esas honduras de la travesía, no me iría, seguirían latiendo en mí y que vos, vos también, vos nunca me abandonarías

Y por eso te celebro siempre

Vos me develaste una cosa: cómo lo efímero se vuelve infinito

De eso, gracias a la vida, jamás se vuelve, va con uno

Trepa. Pugna. Vibra.


4. (El gato Limón, a la noche)

El velo de la noche ha descendido. La ciudad semeja un rosario de estrellas ariscas, lejanas. El silencio muta: se vuelve eco de antiguas osadías.

Yo escribo y viene el gato y me mira con sus ojos de esfinge. Yo siento que dice: Pablo, ¿cómo hago para volar? ¿Cómo hago para volverme pájaro?

Ahora no sé, Limón, le respondo. Pero, mira, nunca es tarde: mañana, si quieres, podemos intentarlo.


Pablo Cingolani
Antaqawa, 26 de junio de 2019

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